Carlos y Arturo son dos hermanos que llevan el asador que su padre les montó en Carabaña: El restaurante El asador de los gallos. Un comedor recio y castellano que cuenta con un horno de leña que es la joya de la corona: por ahí pasan diariamente corderos, cabritos, cochinillos y todo tipo de asados de la mejor calidad.
A Manuela, del restaurante La Balconada le gustó mucho su pata de cabrito, aunque para su gusto "al cocinero se le fue la mano un poco con la sal".