Arancha, desde hace año y medio, vive una auténtica pesadilla. Tiene que estar enganchada a dos máquinas y no cuenta con los ingresos suficientes para pagar las facturas de la luz: "Si me cortan la luz, me quitan la vida".
Hace tres años, en una inspección rutinaria, los médicos descubrieron que padecía dos enfermedades: apnea del sueño, un trastorno del sueño durante el cual la respiración se interrumpe o se hace muy superficial, y el síndrome de Wolff-Parkinson-White, una afección que la hace tener taquicardias.
Por ello, necesita una máquina para poder respirar cada vez que duerme y otra, que tiene que estar conectada las 24 horas del día, que emite electrocardiogramas directamente al hospital para que el cardiólogo pueda comprobar su estado y qué tipo de taquicardia está sufriendo.
Arancha necesita la luz literalmente para vivir. Su vida sin esas máquinas enchufadas las 24 horas del día sería muy dura, lo que se ha convertido en una auténtica pesadilla cuando se quedó sin trabajo y los ingresos dejaron de entrar en su casa.
Por ahora, han tenido que dejar de pagar las facturas. "Esta vida nos ha ensañado lo que es primordial y para mí es que coman mis hijos". "Las pastillas son las que me mantienen para no cometer una locura, es angustioso".
Lo que le mantiene seguir hacia delante a Arancha son sus hijos. Pide, a toda costa, un trabajo estable para que pueda sacar a su familia hacia delante y pueda permitirse pagar las facturas.