Creado con el primer ensanche de Madrid a mitad del siglo XIX, barrio de antiguos palacios y conventos, residencia de novelistas, poetas y profesores. En la actualidad con gran presencia de estudiantes por la cercanía a Ciudad Universitaria. Descubrimos el barrio de Argüelles.
Entre sus tesoros, encontramos uno de los monumentos históricos más antiguos y con mejores vistas de Madrid, donado en 1968 por el gobierno egipcio, el Templo de Debod. Lo que es un secreto es que su entrada es gratuita con apertura de martes a domingo de diez de la mañana a siete y media de la tarde.
Para su conservación "lo que es importante siempre es la humedad. El templo está completamente sondado. Nos están dando valores tanto de temperatura, como de humedad, como de luminosidad cada diez minutos", nos explica Alfonso Martín, conservador del Templo de Debod.
En Argüelles, podemos coger aire en uno de los pulmones verdes más importantes de la ciudad, el Parque del Oeste, que cuenta con, nada más y nada menos que, 64 hectáreas con rosaleda, ría artificial y tres búnkeres de la Guerra Civil.
"Este territorio era punto de confrontación de los republicanos y de los nacionales porque estaba muy cerca de la universidad y el parque quedó absolutamente destruido", nos cuenta Isabel González, conservadora de parques históricos.
Otro imprescindible de este parque es el Paseo de los Plátanos, que "llega desde Moncloa hasta el Puente de los Franceses". Asimismo, la Fuente de la Salud es el único manantial que queda en Madrid. "Me envía gente a coger agua porque decían que era muy buena para el riñón".
Descubriendo los secretos del barrio, damos con todo un referente de casa-museo, la del Marqués de Cerralbo, que cuenta con dos plantas llenas de obras de artes desde la Prehistoria hasta el siglo XX.
El museo se compone de más de 50.000 piezas entre pinturas, esculturas, cerámicas, cristal, tapices y mucho más. El marqués de Cerralbo donó a la nación española este patrimonio con el fin de que sus colecciones perdurasen.
Entre sus calles, se esconde un taller único de artesanos casi en extinción. Daniel es la tercera generación de guarnicioneros y sus botas han viajado por todo el mundo.
De un vecino único a todo un veterano. Manuel lleva medio siglo en el barrio entre trajes, abrigos y alfombras. "Ya los clientes nos conoces de tantos años que suelen pasarse de padres a hijos y a los nietos, y unos van recomendando a otros".