Como cada 9 de noviembre, celebramos Santa María de la Real de la Almudena, patrona de la ciudad de Madrid. El origen de esta festividad tiene una gran historia. Cristina nos explica la procedencia de esta vocación mariana.
Según cuenta la tradición, en el año 1085, el rey Alfonso VI de León encontró la imagen de María con dos velas encendidas durante la conquista, tras caer el muro que amurallaba la ciudad, en la actual Cuesta de Vega, donde hoy se recuerda con una copia de la Almudena actual que tenemos en la Catedral.
Al parecer, los habitantes de la villa tapiaron la imagen de la Virgen en los muros de la muralla para esconderla de los árabes durante la Reconquista. Según los cronistas de Madrid de los siglos XVI y XVII, fue en ese mismo lugar donde apareció.
En la calle de la Almudena se encontraba la primera Iglesia dedicada a la Virgen María, donde todavía en la actualidad encontramos restos arqueológicos. Primero fue iglesia visigoda, después una mezquita y, finalmente, fue consagrada como Iglesia en el 1085, momento en el que apareció la imagen.
A partir de entonces, coincidieron dos imágenes, la de la Almudena, que llega de la muralla, y la de la Virgen de la Flor de Lis, que se encuentra actualmente en la cripta de la Catedral. La advocación de la Virgen de la Almudena sufre muchos contratiempos.
Al parecer, su imagen se quemó en un incendio y encargan una nueva, la que ya conocemos. Además, la iglesia es derribada en el siglo XIX, así que la Virgen de la Almudena que conocemos pasa por diferentes incendios hasta llegar a la Catedral.
En la actualidad, la imagen más antigua de Santa María de la Almudena es la que se encuentra en el camarín de la Catedral y es la que los madrileños siempre rezamos. Se trata de una talla de madera, policromada, que lleva las coronas que regaló el pueblo de Madrid en el año 1948 y antiguamente, siglos pasados, estaba vestida. Por eso, en la procesión sale con un manto.