El vermut es una bebida de moda y de tradición que a mediados del siglo XX se convirtió en el aperitivo chic por excelencia en España, y en Madrid tenemos el mejor. Por ello, hemos querido descubrir todos sus secretos desde Bodegas Sanviver en Fuenlabrada.
El vermut es de origen familiar, tan familiar que Carlos Muñecas, director general de la empresa, cuenta que su padre lo hacía en casa. Después les llegó la idea de comercializarlo y siempre se ha llamado Zarro, aunque es conocido como 'el vermut de Madrid'.
Como curiosidad, durante muchos años se creía que la localidad catalana de Reus era el centro de producción del vermut, pero realmente el consumo y el hábito de "tomar el vermut" estaba en Madrid.
Bodegas Sanviver basa su actividad en el objetivo primordial de obtener los mejores productos con los procesos artesanales más arraigados en la tradición elaboradora, sin renunciar a las ventajas que la moderna tecnología ofrece.
"No todo el mundo sabe que el vermut rojo se hace con vino blanco". Carlos nos explica que lo que da ese toque rojo a esta bebida son las 32 hierbas aromáticas que se emplean para su elaboración, siendo fundamental el ajenjo.
Una vez que ha pasado el proceso de maceración "lo que hacemos es que las cogemos a mano y las echamos a la prensa, y manualmente, haciendo fuerza en la palanca, la madera va bajando y saca todo el líquido. Posteriormente, pasa a unos tanques de 30.000 litros y ya preparado pasa a la zona de embotellado".
Todo el proceso de envasado y control de calidad de sus productos se realiza en sus instalaciones, donde combinan la más moderna tecnología con la recuperación de los métodos tradicionales de elaboración. Aquí, al día preparan unas 40.000 botellas.
¿Y cómo se tiene que servir? Lo primero es echar hielo al vaso porque siempre se tiene que tomar frío. "Al vermut rojo siempre recomendamos naranja o pomelo porque la cáscara es amarga y la pulpa es dulce. Y típico, típico madrileño es ponerle un poquito de sifón".
Antes de servirlo queda el toque final, poner una aceituna como detalle, pero siempre sin tocar la bebida para que no coja su sabor. Tradición, cultura y una auténtica delicia para nuestros paladares que este San Isidro no puede faltar.