Cuando se cumple una semana de la toma de poder por parte de los talibanes, la situación en los alrededores del aeropuerto de Kabul es caótica. En medio de un calor asfixiante, cientos de personas esperan durante largas horas para intentar acceder al interior y tomar un vuelo que les lleve fuera de la capital afgana.
Un guardia afgano ha fallecido este lunes y otros tres han resultado heridos tras un tiroteo con desconocidos en el que se han visto involucrados soldados americanos y alemanes. Siete civiles afganos han muerto por una avalancha.
Los talibanes insisten en que los soldados de Estados Unidos tienen que marcharse el día 31 de agosto o habrá consecuencias, “es una línea roja”, ha declarado un portavoz talibán, “si hay intención de continuar la ocupación, provocará una reacción”.
Mientras permanecen en Kabul, los soldados estadounidenses intentan aliviar el sufrimiento de los niños en los alrededores del aeropuerto, reparten agua e intentan poner orden en una situación desesperada. Según la Casa Blanca tienen que sacar del país a unos 15.000 norteamericanos y a unos 65.000 afganos y sus familias.
Para Estados Unidos, en palabras de su vicepresidenta Kamala Harris “la prioridad es evacuar a la gente que se merece ser evacuada”. En términos similares se expresa un teniente del ejército estadounidense en Kabul: “para nosotros lo esencial es asegurarnos de que la gente con derecho a pasar al aeropuerto pueda hacerlo”. Y lo harán, con aviones militares o de compañías privadas.
Biden sopesa alargar la fecha del 31 de agosto ante la compleja situación que vive el aeropuerto. No se descartan posibles ataques terroristas. “Afuera los talibanes están pateando a la gente con rifles”, dice un refugiado afgano.
Mientras, UNICEF alerta de que hay 10 millones de niños afganos que necesitan ayuda humanitaria para sobrevivir y piden un puente aéreo que pueda hacer llegar medicinas y ayuda a la población afgana.