Las medidas para recortar las emisiones de carbono tendrán un impacto acumulado del 3,7 % del producto interior bruto (PIB) en los países de la OCDE para 2050, indicó este miércoles la organización.
El coste de las medidas será aún mayor para las economías emergentes del G20, con un impacto acumulado del 10,88% del PIB, señala la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su informe sobre proyecciones a medio y largo plazo.
El documento, que se divulga cada dos o tres años para identificar las principales tendencias macroeconómicas y retos de política económica hasta 2060, se centra en esta ocasión en los efectos de la transición energética.
El informe señala que, sin contabilizar los beneficios logrados por evitar daños ambientales por el cambio climático, el coste en el crecimiento sería de 0,2 puntos porcentuales al año en el período inicial de la transición y de 0,6 puntos porcentuales en la fase final.
En el caso español, el impacto negativo acumulado sería del 2,13 %. Otros países de la zona euro registran cifras en un rango similar: Francia un -1,57 %, Italia un -1,85 % o Alemania un -2,76 %, mientras que en Estados Unidos es de -3,36 % y en China, el país con más emisiones de carbono, del -6,93 %.
El documento detalla también que la capacidad de producción eléctrica baja en carbono debe aumentar, en función de cada país, entre 2,5 y 25 veces para 2050, respecto a los niveles actuales.
Los cálculos del informe parten de la base de que todos los países aceleran la transición energética a partir de 2026 y eliminan el carbón de la matriz energética como muy tarde para 2050, año en el que el gas y el petróleo tendrían una participación respectiva del 5 % y del 10 %.
Fase de menor crecimiento global
El informe de la OCDE también alerta de que el impacto de la transición energética tendrá lugar justo en medio de una tendencia de menores crecimientos por el mayor coste económico que el envejecimiento de la población tendrá en buena parte de los países de todo el mundo, especialmente en los países más desarrollados.
Así, el escenario previsto contempla que el crecimiento del producto interior bruto (PIB) en el área OCDE-G20 se reducirá desde alrededor del 3% anual antes de la pandemia de covid al 1,7 % para 2060, debido sobre todo a la menor población en edad laboral y al menor aumento de la eficiencia de la mano de obra.
Para los países de la OCDE, se prevé que el PIB per cápita tendrá un potencial de crecimiento de un 1,5 % anual hasta 2060. En España aumentaría un 1,3%, una cifra similar a la de otros países de la zona euro (un 1,4 % en Alemania, Francia, Países Bajos y Austria; un 1,5 % en Italia y un 1,1 % en Bélgica).
El informe advierte de que una mayoría de miembros de la OCDE se enfrentan a un reto a largo plazo en el plano fiscal, debido a una conjugación de factores: la débil posición inicial, el aumento de los costes de financiación, la desaceleración del crecimiento y la mayor presión para el incremento del gasto debido al envejecimiento de la población y la necesidad de más servicios públicos.
Esto significaría que la mitad de los países de la OCDE necesitaría aumentar sus ingresos en al menos 1,2 puntos porcentuales del PIB para estabilizar su ratio de deuda pública.