La crisis migratoria en Lampedusa ha puesto en jaque a Europa. El gobierno francés ha advertido que no va a acoger a ninguno de los migrantes que ahora mismo están en la isla de Italia.
Esta postura reabre el conflicto sobre el control de las fronteras dentro de la Unión Europea. Austria también anuncia la vigilancia de sus fronteras.
La llegada de embarcaciones con migrantes y refugiados a la isla italiana ha descendido y el centro de acogida instalado en este pequeño enclave, que llegó a albergar a unas 7.000 personas en algunos momentos de la semana pasada, ha amanecido este lunes con unas 1.100.
En las últimas horas han arribado 33 tunecinos que previamente habían sido rescatados por la Guardia Costera, pero las autoridades han acelerado los traslados de migrantes desde Lampedusa a otras zonas del país, informa la agencia AdnKronos.
El domingo, la isla recibió una simbólica visita de la presidenta de la Comisión Europea, Usrula Von der Leyen, que prometió un plan que pasa, entre otras medidas, por acelerar la resolución de las solicitudes de asilo y entregar fondos a Túnez, país del que ahora parten gran parte de las pateras.
Francia, que en reiteradas ocasiones ha expresado su preocupación por el flujo migratorio que le llega a su propia frontera, ha reconocido este lunes por boca del ministro del Interior, Gérald Darmanin, que "las cosas se han puesto muy difíciles en Lampedusa".
Darmanin, que precisamente visita Roma este lunes, se ha comprometido en declaraciones a la emisora Europe 1 a ayudar a los "amigos italianos", pero ha dejado claro que "Francia no puede acoger" a quienes lleguen de forma irregular al país vecino y se deben "respetar las reglas de asilo".
"Nuestra voluntad pasa por acoger por supuesto a los que sea necesario, pero debemos sin duda devolver a quienes no tienen nada que hacer en Europa", ha señalado el ministro del Interior galo.