La localidad turolense de Calanda ha vuelto a demostrar su pasión con uno de los actos más emotivos de su Semana Santa, la “rompida” de la hora, en la que miles de cofrades ataviados con túnica morada hacen estremecer cada año la plaza de España con sus bombos y tambores.
Las calles de este municipio del Bajo Aragón, tierra de tambores y aquella que vio nacer al ilustre cineasta universal Luis Buñuel, que paseó el nombre de su pueblo por todo el mundo, se llenan estos días de los integrantes de sus nueve cofradías y de los amantes de esta tradición, muchos de ellos turistas internacionales.
Con las mazas en el aire y muchas ganas contenidas segundos antes de las doce, el mediodía ha marcado el momento en el que cuadrillas y familias enteras han comenzado a percutir al unísono sus tambores y bombos al ritmo de la tradicional Marcha Palillera.
Homenaje a Carlos Saura
El alcalde calandino, Alberto Herrero, ha dado la señal a los encargados este año en dar el mazazo inaugural en el conocido como “bombo grande”: el hermano mayor de la Cofradía de Jesús Nazareno, Juan Herrero, y la actriz y cineasta Eulalia Ramón, viuda de Carlos Saura.
Un homenaje al recientemente fallecido cineasta aragonés, amigo y discípulo de Buñuel y amante de la Semana Santa calandina, que de hecho se trasladó a su capilla ardiente con diez tamborileros que redoblaron en su honor.
Saura ya rompió la hora en 2008, un honor que también han tenido otras personalidades de la cultura, como el actor y director Paco Rabal, la actriz Charo López, el cantautor Luis Eduardo Aute, el director de cine Fernando Trueba o la actriz y presentadora Lara Dibildos, encargada el año pasado, cuando se retomó esta fiesta multitudinaria tras la pandemia.
Al bombo grande se han sumado también la maza del presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, y de la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, en una primera fila en la que también ha estado el alcalde de Zaragoza y presidente del PP de Aragón, Jorge Azcón.
Un bombo de 150 kilos que cumple este año medio siglo desde su construcción y que ha sido hoy uno de elementos más fotografiados en la plaza, junto con la estatua de Buñuel, que internacionalizó la Semana Santa calandina y que se refirió a este momento como “una emoción indefinible que pronto se convierte en una especie de embriaguez que se apodera de los hombres”.