Brasil tendrá que decidirse en una segunda vuelta. Con prácticamente todos los votos escrutados, ni Bolsonaro ni Lula han logrado alcanzar más del 50% de los votos. El dirigente conservador y el progresista se jugarán la presidencia dentro de tres semanas en unos nuevos comicios que volverán a estar marcados por la extrema polarización.
Con un 48% de los votos el expresidente Lula tendrá que volver verse las caras con un Bolsonaro que ha logrado que más de 50 millones de brasileños sigan apostando por su formación. Ha logra un resultado mucho más ajustado de lo esperado en un primer momento, con apenas cuatro puntos porcentuales de diferencia entre ambos candidatos.
Tras conocerse los resultados, un Lula sonriente afirmó que ganará en la segunda vuelta y mostró confianza en que regresará a la jefatura del Estado que ostentó entre 2003 y 2010.
No obstante, consciente de que el triunfo fue más ajustado de lo esperado, Lula lo puso en perspectiva y recordó lo ocurrido en 2018, cuando siguió las elecciones desde la cárcel, condenado por corrupción.
"Para valorar lo de hoy hay que recordar lo que estaba ocurriendo hace cuatro años. Yo era visto como si fuera un ser humano fuera de la política", dijo Lula.
La situación de Lula dio un giro en abril de 2021, cuando la Corte Suprema anuló las dos condenas por las que cumplió 580 días de cárcel y le devolvió los derechos políticos, lo que le permitió volver a ser candidato.
Bolsonaro, en cambio, atendió a la prensa en Brasilia con gesto serio, reconociendo que existe una "voluntad de cambio" en el electorado, aunque manifestó confianza en la victoria el 30 de octubre.
Una de las incógnitas en la jornada era si el líder de la ultraderecha reconocería el resultado en el caso de no ganar los comicios, después de haber liderado una campaña sistemática para cuestionar la fiabilidad del sistema electoral.
Al comentar los resultados, no los puso en duda ni volvió a atacar al sistema electoral, pero sí aprovechó para reiterar su desconfianza en las encuestas.
Sereno, sin levantar la voz, el líder de la ultraderecha se mostró convencido de que en la campaña para la segunda vuelta tendrá más tiempo para explicarles a los brasileños que "un cambio por la izquierda siempre es peor".
Una campaña de segunda vuelta que se espera que vuelva a estar marcada por una fuerte crispación entre ambos candidatos y la alta polarización del electorado.