A pesar de que el consumo de tabaco en la población se viene reduciendo progresivamente, las colillas siguen siendo un problema de salud pública, y apenas podemos andar unos metros sin toparnos con varias de estas.
Por ello, Móstoles inicia una guerra contra ellas, ya que además de ensuciar las calles, son altamente tóxicas, y es que una sola colilla puede contaminar hasta diez litros de agua, lo que supone un grave problema medioambiental. Atendiendo a estos datos, no es de extrañar esta campaña.
En el caso concreto de Móstoles, han repartido por todo el municipio urnas ceniceros, evitando así que los viandantes depositen sus colillas en el suelo. Ahora, es el momento de que los ciudadanos pongan un poco de su parte y, efectivamente, den uso a estos dispositivos.
En Madrid, a pesar de existir pequeños contenedores del estilo, se barren cada día hasta medio millón de colillas. Los fumadores responden que las tiran al suelo como un “acto reflejo”.