Calles de ciudades como Pekín, con más de 20 millones de habitantes, casi vacías. El metro y los medios de transporte, bulliciosos de costumbre, ahora desérticos. Y por todos lados tareas exhaustivas de desinfeción.
En las calles de Yichang, en la provincia de Hubei, origen del coronavirus, camiones cisterna llevan a cabo una esterilización lo más amplia posible. En algunas ciudades de la provincia se ha prohibido salir a la calle sin causa justificada, salvo para la compra de alimentos o medicinas y cada dos días.
Y es que la epidemia no remite y ha aumentado en 73 casos en las últimas 24 horas.
En Japón y en Hong Kong, dos cruceros de placer se han convertido en una auténtica pesadilla. Hasta 3.700 personas han quedado en cuarentena en crucero atracado al sur de Tokio y otras tantas en otro buque varado en la antigua colonia británica, al haberse detectado decenas de infectados.
“La incertidumbre sobre el impacto del coronavirus en la economía es una fuente de preocupación”, ha alertado la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.
Y es que algunas grandes empresas se han visto obligadas a parar o reducir sus producciones. Plantas como las tres que tiene Honda en Wuhan podrían cerrar más tiempo del previsto.
Algo parecido con las compañías aéreas. Iberia, como otras, acaba de ampliar dos meses más la cancelación de sus vuelos a China, hasta el mes de abril.
La economía mundial puede ser la próxima víctima del coronavirus.