El dueño está reforzando las medidas de seguridad, pero pide ayuda también al Ayuntamiento de Madrid. Sugiere que pongan bolardos para disuadir a los delincuentes.
Es una calle transitada por peatones y vehículos, pero aún así los ladrones empotraron su coche contra el escaparate. Entraron y fueron directos a por la caja fuerte. Al ver que no era fácil, se llevaron solo cremas y biberones.
Un botín ridículo para tanto destrozo.
Los dueños ya están hartos. A los tres meses de abrir la farmacia, forzaron el cierre. Un mes despué, entraron amenazando con una pistola. Y hace pocos días intentaron romper el cristal blindado con un ariete.
En la farmacia sienten impotencia y rabia. Necesitan protección contra los alunizajes.