Llegó el día, un día muy esperado. Tras más de un año escondiendo la sonrisa, a partir de este sábado podremos prescindir de la mascarilla y vernos de nuevo las caras, eso sí, con condiciones y todas las cautelas.
Ya no será obligatorio llevar la mascarilla pero aún hay que llevarla encima porque sólo podremos ir ' a cara descubierta' si mantenemos una distancia de metro y medio con otras personas. Si no es posible guardar esa distancia, hay que ponérsela.
Ese 'espacio' que nos permite descubrirnos la cara no es fácil de conseguir en una gran ciudad como Madrid. En calles céntricas y habitualmente muy concurridas es más que difícil mantenerse a metro y medio de los demás, así que, según la norma, hay que llevarla puesta. Podremos volver a guardarla en lugares menos concurridos.
Pero tanto guardar y sacar la mascarilla conlleva otro riesgo: no debemos contaminarla tocándola demasiado y sobre todo por la parte interior, la que está directamente en contacto con la boca. Debemos quitarla y ponerla por las gomas, nunca tocar el resto. Lo ideal es guardarla en un portamascarillas. Y lavarse las manos después de tocarla.
Hay quien tiene tantas ganas de ir con la cara al aire libre que ya no espera ni las pocas horas que faltan para que entre en vigor la norma y, por otro lado, hay quien avisa que seguirá utilizando la mascarilla aunque se encuentre al aire libre. Por si acaso.
Y hay que recordar que las mascarillas siguen siendo obligatorias en el interior y en el transporte público y que las multas siguen vigentes para quien incumpla las normas.
En un comunicado, la Comunidad de Madrid ha explicado que para "evitar confusiones y garantizar la seguridad de los viajeros", el Consorcio Regional de Transportes recordará la importancia de llevarla puesta, como hasta ahora, tanto en las estaciones como en el interior.