La inesperada muerte de la actriz Verónica Forqué ha conmocionado este lunes al cine español, que pierde a uno de sus rostros más reconocibles. Premiada en numerosas ocasiones por sus papeles tanto en el séptimo arte como en el teatro o en la televisión, el último, el Cineuropa, lo recogió hace apenas un mes, en Santiago de Compostela.
"Es mi oficio, mi trabajo, mi vocación. No sé hacer otra cosa, y eso que tampoco lo hago muy bien. Pero no sé hacer nada mejor", contaba Verónica Forqué sobre su desempeño como actriz en una entrevista con Efe, poco antes de recoger el galardón en el Teatro Principal de la capital gallega.
Aunque en más de una ocasión mostró públicamente su hartazgo por los Goya, la intérprete aseguraba que los premios suponían para ella “un abrazo, un achuchón”, que la animaban a continuar con su carrera. La actriz, de 66 años, se ha suicidado este lunes en su domicilio en la capital madrileña y ha dejado un enorme vacío en el mundo de la interpretación, del que quiso formar parte “desde bien joven”.
"Empecé con 19 años. Tener un papá director de cine al que todo el mundo llamaba 'jefe' me encantaba, me parecía lo más. Yo quería dedicarme a eso, quería ser como Conchita Velasco", rememoraba en la entrevista concedida a Efe el pasado 16 de noviembre.
Ganadora de cuatro Goya, dos Sant Jordi, tres Fotogramas de Plata y premiada también en los festivales de Valladolid y Málaga, entre otros, ha sido chica Almodóvar y luego, de la mano de Fernando Colomo, Manuel Gómez Pereira, Manuel Iborra y Joaquín Oristrell, "uno de los rostros de referencia de la comedia española".
Sin embargo, Verónica Forqué aseguraba a Efe que el teatro era el lugar donde se había sentido “más feliz y más libre”. "El teatro me atrapa. Si no hay vida, si no hay emoción de verdad, es todo muy aburrido", aseguraba la actriz, que siempre trabajaba “desde su verdad".
"En el teatro puedes arreglar lo que estropeaste el día anterior. En el cine ya no hay arreglo. Por eso prefiero no mirar lo que he hecho, porque ya no puedes hacer nada. Pero el teatro depende más de ti, de tu voluntad, de tu intuición y la de tus compañeros y cada día es una prueba ligeramente distinta", contaba sobre su experiencia en las tablas.
La última, en 2020, con la obra "Las cosas que sé que son verdad", de Andrew Bovell y dirigida por Julián Fuentes, por la que además obtuvo el premio Max a mejor actriz protagonista. "Aunque he hecho mucha comedia, en esta obra mi personaje era el de una mujer con un genio horroroso. He conocido la ira y no es un sentimiento que me guste cultivar, solo para el teatro", aseguraba.
Hace apenas un mes, preguntada por si tenía algún sueño por cumplir en su profesión, la intérprete lo negaba con seguridad: "He sido siempre muy práctica. Siempre me ha gustado mucho la realidad, lo que tengo ahora, en el momento, y vivir el presente”.
Un presente que lamentablemente ha sido demasiado corto y que ha causado una gran tristeza en un país que siempre la recordará por su sonrisa radiante y por dar vida a personajes inolvidables como Cristal, Kika, Pepa o Chusa.