Casas malditas, en venta, donde hubo grandes tragedias o asesinatos que nos conmocionaron a todos. La casa de los marqueses de Urquijo, dónde fueron asesinados, en Pozuelo de Alarcón; el chalet de Pioz donde su propio sobrino asesinó y descuartizó a 4 miembros de su familia; la casa de Asunpta Basterra en La Coruña, donde la pequeña fue asesinada por sus padres; la finca de las Quemadillas en Córdoba dónde José Bretón quemó y enterró a sus dos hijos pequeños; o en EEUU la casa de los asesinatos de Charles Manson.
Lugares poco corrientes que se han puesto en venta. La pregunta que surge ahora es si los crímenes cometidos en ellas pueden complicar su venta. La de los marqueses de Urquijo, por ejemplo, se trató de vender por poco más de 3 millones de euros, una ganga para la zona. Los muros de la finca de Quemadillas disuadieron durante años a los posibles compradores. 10.000 metros cuadrados por sólo 180.000 euros. Y ni por esas. Tuvo que venderse por partes.
En España la ley no obliga a los propietarios a aportar información sobre el pasado que ocultan las propiedades. Pero los casos más mediáticos terminan por asomar y obligarles a malvender, entre un 20 y un 50% menos. Como la vivienda donde asesinaron a Marta del Castillo o el chalet donde Patrick Nogueira mató y descuartizó a sus tíos y a sus sobrinos pequeños.
Otras veces languidecen en manos de okupas, como la de la Rosario Porto, que asesinó a su hija Asunta Basterra.
Una ley que sí existe en Estados Unidos. Con agencias especializadas en la venta de mansiones como la de Cielo Drive donde la familia Manson perpetró varios asesinatos. O la casa donde se rodó el Silencio de los Corderos. Se vendió por dos duros y ahora sus propietarios le sacan una suculenta tajada alquilando sus habitaciones y con macabros tours por sus estancias.