Hacer un ‘simpa’ puede salir muy caro, sobre todo si se superan los 400 euros de cantidad consumida, entonces se considera una estafa o delito leve.
Quien trabaja en la hostelería o en un comercio sabe que tiene que estar pendiente de que todo el mundo pague. Los locales agudizan el ingenio para evitar esta situación.
El rey del simpa de Zaragoza es el más conocido. Ha sido arrestado 65 veces por su afición a comer y a beber gratis. Le salió un imitador en Burgos, que también ha sido el detenido.
Para quebradero de cabeza el que sufrió el dueño de un restaurante en Galicia. Fue victima de un simpa a lo grande, de 12 mil euros. El modus operandi siempre es el mismo.
Los gastrojetas comen a cuerpo de rey. Cuando terminan piden la cuenta y aprovechan el descuido de los camareros para irse sin pagar.
En Madrid las perdidas por simpas en los bares y restaurantes se contabilizan en miles de euros. Hacer un simpa afecta también al bolsillo de los trabajadores. Aunque es ilegal, algunos hosteleros hacen responsables a los camareros de la deuda. Les quitan del bote, el importe de la cuenta que no se ha pagado.