La dependencia en España de los alimentos que se producen fuera de nuestro país se ha incrementado un 88% en los últimos 10 años. Es cierto que se exporta más, pero también cada vez traemos más productos del extranjero.
Si comparamos lo que exportamos y lo que importamos, el saldo comercial es negativo en más de 68.000 millones de euros. Varias asociaciones de campo alertan que a este ritmo, España dejará de producir alimentos en una década.
Radiografía del campo español
El campo se asfixia, aseguran los agricultores, entre una rentabilidad cada vez menor y unas trabas administrativas cada vez mayores. España es el cuatro país de la Unión Europea con más trabajadores en el sector primario después de Rumanía, Polonia e Italia. Casi 800.000 familias viven directamente de las explotaciones agrarias y ganaderas, más una cantidad similar que depende de la industria alimentaria que se nutre del campo.
Sus problemas vienen desde lejos: Exceso de restricciones comunitarias, condiciones de cultivo estrictas, la competencia desleal de terceros países y un nivel de ingresos menor a causa del aumento de los costes.
El campo es además la fuerza motora del mundo rural y de la España Vaciada. El relevo generacional está bloqueado. La media de edad del sector es alta y la mayoría de jóvenes rechazan subirse al tractor.
Además de sus consecuencias para el abastecimiento de las despensas, el campo es también un modo de vida y una riqueza cultura que vertebra mayor parte de la España no urbana. Su abandono, advierten, es un suicidio colectivo como país.