Por segunda noche consecutiva, decenas de miles de marroquíes han pernoctado en calles y plazas, bien por miedo a nuevas réplicas del terremoto, o bien porque sus casas han quedado inhabitables o pueden derrumbarse en cualquier momento.
“Volví a mi casa, dice Mouhamad Ayat Elajm, y vi muchas grietas en las paredes. Pido que las autoridades evalúen si me es posible volver a casa o no”.
Según la OMS, hay más de 300.000 personas afectadas por el seísmo. El epicentro del terremoto estuvo en la aldea de Iguil, a 63 kilómetros al suroeste de Marrakech. Es en esa zona de la ladera de la cordillera del Atlas donde más víctimas mortales se han producido.
Los servicios de emergencia van llegando tras sortear los difíciles accesos. En la histórica ciudad de Marrakech, epicentro del turismo en Marruecos, el número de muertos ha sido bajo, 14, pero el famoso centro viejo, la Medina, ha sufrido graves daños.
“Estábamos llegando a Marrakech, dice Mahmoud Gourani, turista que visitaba la ciudad vieja de la Medina, cuando comenzó el terremoto. Los edificios se derrumbaban poco a poco”.
Miles de turistas de todas las nacionalidades van regresando a sus países de origen, aun con el susto en el cuerpo. En el aeropuerto de Bruselas, Sanwa Zaroui dice “Estaba en mi habitación y de repente me levantaron de la cama y empecé a correr. Las paredes se derrumbaron. Dos chicas que estaban con nosotros murieron”.
Los servicios de rescate, con el apoyo del Ejército, se afanan entre los escombros en busca de supervivientes. Las próximas 24 horas van a ser cruciales.