Este año, laa Navidad en Palestina está marcada por la guerra. En Belén se apagan las luces para recordar el sufrimiento que están viviendo los palestinos. Se han renunciado a las celebraciones por el conflicto.
Belén de Judea, la ciudad en la que nació Jesús, siempre ha celebrado las fiestas con una alegría desbordante y un derroche de luz. La guerra ha llevado a que las calles, poco iluminadas, estén vacías.
Solo se respira tristeza.
En solidaridad con los palestinos de Gaza, el ayuntamiento ha erigido en la plaza del Pesebre, donde se suele instalar el árbol de Navidad, un belén al que han llamado “Natividad bajo los escombros”.
“El mundo entero celebra la Navidad, dice Rula Maya, ministra palestina de Turismo, pero no Belén. Este es un mensaje a todos. Palestina está sufriendo”.
En la Iglesia Evangélica Luterana, un solitario niño Jesús reposa sobre un lecho e escombros. “Todos los responsables de las iglesias de Jerusalén, dice el pastor Munther Isaac, decidieron que las celebraciones fueran oraciones”.
Muchos cristianos palestinos están sumidos en la impotencia y la preocupación por la guerra. Es el caso de Rony Tabash, propietario de una tienda de recuerdos y adornos navideños.
Sigue abierta, aunque la mayoría de los comercios similares han cerrado. “Llevamos casi dos meses sin negocio, dice, abrimos todos los días porque este lugar forma parte de nuestro corazón”.
Otro sector que se resiente por el conflicto es la hostelería. “El hotel está completamente vacío, dice Joy Cavanati, propietario del hotel Alexander. No tenemos huéspedes, nadie. Todas las reservas para 2024 están canceladas. Es una catástrofe”.