Las tropas rusas continúan reagrupándose en el este de Ucrania para intentar controlar totalmente las provincias de Donestk y Lugansk. La pasada noche, Rusia ha atacado 389 objetivos ucranianos. En lo que llevamos de guerra han muerto 219 niños, y cerca de 400 han resultado heridos.
En el día 66 de la invasión, Rusia redobla sus esfuerzos para mantener el corredor terrestre con Crimea, desde Mariúpol pasando por el este de Ucrania. El ejército ucraniano asegura que, en las últimas horas, ha rechazado 14 ataques rusos. Rusia ha rechazado todas las propuestas para evacuar a los soldados ucranianos y a los civiles que permanecen sitiados en la ciudad portuaria de Mariúpol, afirmó este sábado un asesor del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
No obstante, según Inteligencia británica, la coordinación entre las tropas del Kremlin sigue fallando y la falta de apoyo aéreo impide su avance. Las fuerzas rusas tienen la moral baja.
Según el portavoz de Defensa ruso Konasenckov, esta noche han atacado 389 objetivos, incluidos 15 depósitos de cohetes.
Sea como sea, los civiles de la zona de combate siguen sufriendo las consecuencias de la guerra. En Donetsk al menos cuatro civiles han muerto en explosiones en barrios y mercados. “Dormía cuando se oyó un silbido, dice Anastasia Zukina. Salí corriendo con mis hijos, La onda expansiva rompió todos los cristales”.
“Las conversaciones de paz, dice el presidente Zelensky, corren peligro de romperse si continúa la ofensiva sobre el este”.
Desde el inicio de la invasión, han muerto 219 niños, y más de 400 han resultado heridos, según la Fiscalía General de Ucrania.
Rusia sigue bombardeando ciudades, en especial Jarkov, donde Kiev mantienen el control a pesar de que los ataques son diarios. “Cuando tu ciudad está siendo destruida, dice Ihor, voluntario, cuando los tuyos son asesinados, no hay más opción que defenderla”.
Y Ucrania resiste. Los vecinos de Mariúpol, controlada ya prácticamente por Moscú, llevan a cocinas improvisadas en la calle los pocos víveres que les quedan para hacer una comida comunitaria. “Traemos lo que tenemos, dice Olga, y también llevamos alimentos a las casas de los ancianos que no pueden caminar”.