Desde que sale el sol hasta que se pone, la oferta de Madrid es infinita: un desayuno para coger fuerzas, una visita a los mercados tradicionales y que no falte el aperitivo. Después, una buena comida en cualquiera de los templos gastronómicos, un tentempié a media tarde y, por supuesto, la noche. En Madrid siempre encuentras un plan perfecto.