A Rafa Hermoso, hermano de la internacional Jenni Hermoso, se le pone la piel de gallina al pensar que quedan dos días para la final. La madrileña está “súper motivada, todas están igual.
Tienen un brillo en la mirada y una expresión especial”, ha dicho en El Partido de la Una. Reconoce que los nervios son normales y, aunque intentan “estar relajadas, se les nota ese gusanillo inevitable. Se las ve tranquilas y contentas, hay muy buen rollo”.
Jenni lloró muchísimo tras el partido de cuartos. “Explotó. Fue una bomba de sentimientos, soltó todo lo que tenía dentro. En semis estaba de otra forma como realizada, contenta, feliz”, ha asegurado. Ahora percibe a su hermana y al resto de las jugadoras “con cara de campeonas”.
Sobre el encuentro del domingo y con respecto a Jenni, cree que la final “será su partido”. Está convencido que se “está guardado algo” y que va a “destacar”. Ese partido sería la “guinda, el broche de oro después de tanto tiempo y tanta lucha. Supondría acabar de la mejor manera”. Sin embargo, como el mismo confiesa, queda Jenni para rato.
Entre el colegio y el campo de fútbol de Comillas, donde le llevaba su abuelo, fue donde empezó a dar patadas a un balón. “No sabía andar y ya daba patadas al balón. Venia casi todos los días enfadada o con los ojos que se notaba que había llorado porque no la dejaban jugar. Luego le dieron la oportunidad y vieron que tenía algo especial. A los niños les daba mil vueltas y no querían jugar con ella”, recuerda su hermano sobre sus inicios.
Rafa llegó justo para el encuentro de cuartos contra Suecia, pero hay familias de jugadoras que casi “están empadronadas” en Nueva Zelanda porque llevaban mucho tiempo allí. Entre entrenamiento y entrenamiento, las internacionales han podido pasar tiempo con los suyos. “Hemos hecho un grupo espectacular, somos como una familia. Las hemos sentido muy cerca”, asegura.
