Paula Badosa arrolló a la francesa Fiona Ferro en su debut en Roland Garros, que solventó con un contundente 6-2 y 6-0 en 54 minutos.
Un buen antídoto para superar las dudas que ha atravesado la número 3 del mundo en esta parte de la temporada y para afrontar de forma adecuada el torneo que le hizo cambiar de dimensión.
Badosa se mostró firme, segura con su juego, pletórica en los golpes y ofensiva en todo momento, sin dar opciones a su rival, la 139 del ránking, de 25 años, que desde que alcanzó los octavos en París en 2020 no encuentra su rumbo.
La francesa no contó ni con el calor del público, que abandonó las gradas de la central después del homenaje que rindieron a Jo-Wilfried Tsonga en su adiós al Grand Slam de arcilla.
Desamparada, Ferro fue un juguete en manos de la española, que busca enderezar un año tras el espectacular final del pasado, que le elevó a una dimensión desde la que ella misma reconoció haber sentido cierto vértigo.
"Nadie se dio cuenta de lo nerviosa que estaba en la pista. Estoy contenta de haber podido controlar esos nervios (...) Creo que mucho de lo que pase en mi carrera dependerá de si soy capaz de dominar este tipo de situaciones", resumió la número 3 del mundo.