Fluminense y Boca Juniors se enfrentan el sábado en la decimosexta final de Copa Libertadores entre equipos de Brasil y Argentina, una rivalidad histórica que se traslada ahora a Río de Janeiro, donde se han registrado episodios violento entre aficiones.
El partido, ha exacerbado los ánimos en las redes sociales con reflejos en las calles de Río, donde aficionados de Boca han denunciado haber sido robados y agredidos mientras caminaban por las playas de la capital fluminense, en especial en la fiesta que celebraron en la playa de Copacabana.
Simpatizantes de Fluminense se acercaron a los argentinos que estaban congregados en el puesto 2 del balneario de Copacabana, donde está ubicado el Fan Zone dispuesto por la Conmebol, las fuerzas de seguridad locales lanzaron gases lacrimógenos y dispararon balas de goma.
Al menos tres hombres, presuntos miembros de una barra brava del 'Flu', han sido detenidos.
Asimismo, el perfil oficial del 'Flu' en Instagram viene siendo objeto de una avalancha de comentarios racistas mediante la publicación de emoticonos de monos y bananas.
Los episodios de racismo, conducta tipificada y penada con cárcel en Brasil, han sido recurrentes en los estadios en los últimos años cuando se han enfrentado conjuntos de ambos países.
En este sentido, Boca divulgó el domingo pasado un comunicado en el que alertaba a sus hinchas de que "los cantos y gestos racistas constituyen un delito grave que conlleva penas de hasta 5 años de prisión".
"Evitar cualquier tipo de provocación al pueblo brasileño", recomendó la escuadra 'xeneize'.Por otro lado, el Gobierno brasileño ha anunciado un refuerzo de la seguridad para la final del sábado para desinhibir cualquier acto violento.
El presidente Lula da Silva hizo además esta semana una alegato en favor de Lionel Messi tras ganar su octavo Balón de Oro, reconocimiento que, en opinión del mandatario, "no combina con fiestas nocturnas", en aparente alusión al estilo de vida de algunas estrellas del fútbol brasileño.