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El Real Madrid conquistó en el Estadio de Wembley, en Londres, su decimoquinta Copa de Europa al vencer por 0-2 al Borussia Dortmund alemán, gracias, en parte, a la aparición durante las fases claves del torneo a piezas que no suelen gozar el protagonismo ni los focos mediáticos.
Las alabanzas y elogios tras los encuentros suelen ir dirigidos, en la mayoría de ocasiones, a los jugadores más vistosos, aquellos que hacen levantarse del asiento al aficionado con goles, regates o acciones de mucha belleza. Sin embargo, la final de Wembley tenía reservado este lugar para un Dani Carvajal que puso la guinda en Londres a una temporada excelente.
El lateral español, MVP de la final ante el Dortmund, fue el autor del 0-1 que abrió el partido, después de estar contra las cuerdas en múltiples ocasiones.
Y lo hizo de la forma más inesperada, rematando en el primer palo un córner botado con precisión por Toni Kroos, aunque ya al inicio de la segunda parte había dado un aviso similar.
El de Leganés, con sus 1,73 metros, saltó más que nadie para mandar el balón a las mallas con un bello testarazo y encarrilar el ansiado título.
Si Carvajal siempre ha destacado por su fortaleza defensiva y ese carácter aguerrido que tanto gusta en el Santiago Bernabéu, el canterano -llegó a La Fábrica con 10 años- ha completado una temporada excelsa en términos ofensivos, autor de seis tantos, el más importante en Wembley, y cinco asistencias.
"Este año he subido a los córner, la determinación es clave para mí, en mi carrera", dijo el defensor nada más conquistar su sexta Copa de Europa. Y es que esta temporada su rol ha sido mucho más protagonista, también por una demarcación mucho más relevante, ocupando más espacio y apareciendo con más frecuencia en la parcela de ataque.
Y si en la final fue determinante el lateral, el pase a Wembley también estuvo reservado para otro hombre de la casa. Joselu Mato, a sus 34 años, está viviendo su mejor momento como futbolista, después de una carrera positiva en lo goleador, aunque en equipos que ni mucho menos peleaban por trofeos.
El delantero regresó al Real Madrid el pasado verano de un Espanyol que descendía, y su participación en el equipo blanco ha sido sobre saliente.
El ariete ha aprovechado sus minutos -2.095, el decimocuarto que más este curso en la plantilla- para convertir 18 goles, algunos claves, en su mejor registro anotador. Sobre todo, el doblete en la vuelta de las semifinales ante el Bayern de Múnich en apenas diez minutos.
Sus dos dianas in extremis sirvieron para remontar el tanto de los alemanes, desatar la locura en el Bernabéu y certificar la sexta final -que significaría la sexta Orejona- en los últimos once años.
Joselu es el mejor ejemplo de la constancia y el trabajo sin hacer ruido. El delantero ha ofrecido al Real Madrid esta temporada, tras la marcha de Karim Benzema antes del inicio del curso, un perfil que no existía en la plantilla. Ha demostrado tener ese olfato goleador para desatascar partidos, con un estilo tan pulcro como efectivo, de aquellos 'nueves' de la vieja escuela.
El delantero se ha ganado a la siempre exigente afición madridista, ya enamorada de su derroche y pasión por el club. Como también han sabido reconocer la entrega y disposición del portero Andriy Lunin.
El ucraniano es otro de los héroes de la Decimoquinta. Una fiebre le impidió entrenar en la semana previa a la final y competir hasta el último día por ser titular, ante un Thibaut Courtois que ha terminado el curso a un alto nivel, pese a su grave lesión de rodilla de comienzos de temporada.
El 13 del Real Madrid mantuvo una fuerte competencia con el meta español Kepa Arrizabalaga, que en principio llegó al club para hacerse con el puesto indiscutible del belga. Pero el ucraniano se ganó el puesto con sobrias actuaciones y esa frialdad que siempre le ha caracterizado.
Lunin terminó disputando ocho encuentros en Champions, estrenándose en la jornada 4 de fase de grupos ante el Braga, encuentro en el que detuvo un penalti.
Desde ahí, dos momentos claves en su camino en la competición. El primero, en la ida de octavos de final frente al RB Leipzig.
Los blancos vencieron 0-1 con un golazo de Brahim, otro héroe clave en un momento dado, pero fueron las paradas -hasta nueve- del ucraniano las que sostuvieron el triunfo y la eliminatoria. Aunque fue en cuartos cuando demostró su valía para el equipo.
Ante el Manchester City, en la vuelta en el Etihad y con su equipo extrareplegado para aguantar las embestidas inglesas, no tuvo ninguna fisura en los 90 minutos y la prórroga.
Y en los penaltis siguió el recital, deteniendo dos lanzamientos para ayudar a remontar en la tanda a los suyos y convertirse en un héroe de la Decimoquinta que dejó un protagonismo también inesperado para Courtois.
Lesionado de gravedad de la rodilla en verano, parecía difícil que el belga pudiese disfrutar de la Champions, pero fue el elegido para la final y ahí volvió a mostrar sus credenciales con paradas y solidez, asustando incluso con su envergadura a un Adeyemi que se vio obligado a regatearle y a quedarse con poco margen en el mano a mano que fue la más clara del Borussia.
En Wembley volvió a emerger la figura del brasileño Vinícius Júnior. El extremo anotó el 0-2 de la tranquilidad, repitiendo como goleador en una final después del tanto que hizo posible la decimocuarta Copa de Europa hace dos años en la final de París.
El 7 completó un partido de menos a más, divirtiéndose en el césped con regates inverosímiles, como el que realizó ante Ryerson, de tacón y entre las piernas, para sacar un córner previo al primer tanto.
El brasileño presentó su fuerte candidatura al Balón de Oro en toda una final de Liga de Campeones, demostrando que está hecho también para las grandes citas y que no huye de la responsabilidad cuando hay tanto en juego.
Su verticalidad y descaro suelen ser vía de escape para el Real Madrid en los momentos más críticos y, últimamente, no suele fallar para alegría blanca. No tuvo tanto protagonismo un Jude Bellingham que no ha terminado el curso como lo empezó.
El inglés convirtió 17 goles con el Real Madrid en 2023, y solo seis desde que arrancó 2024. En la final tampoco tuvo su mejor día, muy errático y con los nervios propios de un futbolista de apenas 20 años que juega su primera final de Champions.
Aún así, rozó el 0-2 antes de asistir a Vini en el segundo tanto de la final para terminar un primer año sobresaliente con el club blanco, en el que ha superado con creces las altas expectativas que generó su fichaje.
Aunque diluyéndose su papel conforme pasaban los partidos, el canterano Nico Paz también tuvo su dosis de protagonismo en este equipo en la fase de grupos. Suyo fue el 3-2 ante el Nápoles que permitió mantener el pleno de victorias en esa primera ronda -se ha mantenido hasta el final para levantar el trofeo invicto-.