Las escasas precipitaciones este año unidas a las olas de calor que han atravesado todo el país este verano han dejado los embalses de varias comunidades autónomas en situación crítica, hasta el punto de tener que limitar el consumo de agua en varios hogares españoles.
España es, además, uno de los países de Europa más vulnerables a la desertificación. Casi tres cuartas partes de su territorio son tierras secas susceptibles de ser afectadas por este fenómeno, de las cuales un 20% se consideran ya degradadas.
En Madrid no hay sequía ni restricciones. Canal de Isabel II subraya que la situación hidrológica en la región es de normalidad y así los reflejan los datos: los embalses que gestiona Canal para el abastecimiento a la Comunidad de Madrid se encuentran al 61% de su capacidad máxima superado el ecuador del mes de agosto. La media de los embalses en toda España está por debajo del 40%.
Por tanto, nuestra región no se encuentra por ahora al límite en cuanto a sequía se refiere como la que vive, por ejemplo, Cataluña, donde cientos de municipios se encuentran con restricciones horarias al consumo de agua o limitaciones para su uso agrícola.
¿Cómo luchar contra la sequía? Diversos organismos e instituciones españoles e internacionales trabajan en los distintos escenarios del futuro para optimizar el consumo y mejorar la manera en la que se gestiona el agua. Así, podemos repasar en 8 puntos cómo es y será la lucha contra la desertificación y la escasez de agua. En Madrid, Canal de Isabel II trabaja en un buen número de ellos dentro de su papel como gestor del ciclo integral del agua en la región.
1. Innovar en la gestión del agua
Canal de Isabel II ha implementado en los últimos años técnicas innovadoras que emplean modelos matemáticos para anticiparse a los efectos meteorológicos adversos y tratar de minimizar sus impactos. Por ejemplo, modeliza en 3D los depósitos de agua para conseguir una mejora en la calidad del agua y utiliza modelos matemáticos para depurar las aguas residuales. De esta forma, la empresa pública adapta sus estrategias a los diferentes escenarios posibles para optimizar al máximo el consumo de agua.
2. Alta tecnología en el sector agrícola
Hoy en día existen plataformas de riego inteligente que, a través de tecnología de bajo coste, permite regular el empleo de agua en función de la información obtenida por sensores. Estos calibran la humedad del suelo y permiten el riego automático o la aplicación de fertilizantes solo cuando los cultivos lo necesitan. Además, cuenta con otro punto a favor: pueden ayudar a predecir fenómenos meteorológicos adversos para las plantaciones, permitiendo tomar decisiones anticipadas para evitar futuros daños.
3. Consumir lo necesario
El uso eficiente del agua es una de las máximas de Canal de Isabel II. Por eso se trabaja estos últimos años en reducir la demanda con el objetivo de alcanzar en el año 2030 un consumo integrado de 156 litros por habitante al día (fue de 202 litros en 2021), lo que supondría uno de los consumos más eficientes en Europa.
4. Reducir el agua no controlada
Reducir al mínimo las pérdidas de agua por fugas y roturas. En el caso de la Comunidad de Madrid estas pérdidas de la red han disminuido un 50%. Para ello es importante renovar y mejorar la red de distribución.
5. Aguas regeneradas
Impulsar las aguas residuales depuradas es indispensable para atajar la escasez. El agua regenerada es aquella que ha sido sometida a un proceso de tratamiento adicional o complementario a la depuración para ajustar su calidad al uso al que se destina. Resulta especialmente ventajosa para las explotaciones agrícolas, riegos de parques y para la limpieza.
6. Agua subterránea
Es uno de los recursos más importantes que no se ve. Los acuíferos tienen una demora mucho mayor que el agua superficial en rebajar sus niveles, y eso les hace muy útiles en periodos de sequía. Por otro lado, se está desarrollando una política de nuevas estructuras para desalinizar el agua de mar y salubre, lo que resulta muy útil para las zonas costeras, pero también para el abastecimiento urbano y la agricultura por su bajo coste.
7. Evitar la quema de vegetación
España acumula casi el 40 por ciento (39,39%) del total de hectáreas quemadas este año en la Unión Europea y 2022 ya es el peor año de del decenio en materia de incendios, según datos del Sistema Europeo de Información de Incendios (EFFIS). Esto afecta directamente al ciclo hidrológico, ya que los incendios forestales producen cambios en las propiedades del suelo, disminuyendo las tasas de infiltración y la disponibilidad del agua.
8. Reforestación
La reforestación contribuye enormemente a la recuperación de los suelos degradados. Los expertos señalan que plantar cerca de regiones afectadas por la desertificación ayudan a proteger la tierra y regenerar la atmósfera, lo que puede traducirse en mayor sombra, oxígeno y también en más precipitaciones, según estudios recientes. Al llover más, crece más vegetación, por lo que se trata de un proceso cíclico.