Antes de que Lionel Messi se subiera al barco de estrellas del PSG había tenido tiempo para enfrentarse en tres ocasiones contra su nuevo compañero Kylian Mbappé, dos con sus respectivos clubes, una con la selección. En todos los casos, el francés salió victorioso.
Nada que presuponga el resultado de la final del próximo domingo donde las dos estrellas planetarias buscarán la tercera estrella para su país, un duelo que ambos afrontan tras haber dominado las estadísticas del Mundial de Catar.
Cinco goles ha marcado cada uno en lo que va de competición, aunque mientras Messi describe una trayectoria ascendente, con tantos en todos los duelos a eliminación directa, Mbappé ha frenado su fulgurante trayectoria y desde el doblete conseguido en octavos ante Polonia, el segundo de la edición, tiene su contador a 0.
El argentino, más alejado del área rival en el esquema de Lionel Scaloni, lidera la tabla de asistencias con tres, junto al portugués Bruno Fernandes, el inglés Harry Kane y el francés Antoine Griezmann. Mbappé tiene una menos.
Messi no se ha perdido ningún minuto de juego, incluida la prórroga contra Países Bajos en cuartos de final, mientras que el francés llega más fresco, con casi cien minutos menos en sus piernas, porque solo disputó 27 minutos del tercer duelo de la fase de grupos ante Túnez y su equipo no ha jugado ninguna prórroga.
En los dos últimos Mundiales, ambos han sido los jugadores más decisivos, implicados en 11 goles de su equipo, nueve directos y dos asistencias para el francés, seis tantos y cinco pases para el argentino.
En cinco ediciones, Messi acumula 25 partidos y once goles, a 0,44 tantos por partido, mientras que Mbappé ha marcado nueve en 13 duelos, 0,69 de ratio. A la edad del francés, que cumplirá los 24 la próxima semana, Messi, que ahora tiene 35, no había abierto su contador.¿Y los cara a cara? Solo ha habido tres y nunca ha perdido el equipo de Mbappé. Dos triunfos y un empate con sabor a victoria para el PSG, que superaba en la eliminatoria al Barça.
Solo uno de ellos ha tenido lugar en el contexto del Mundial. Fue en Kazan hace cuatro años en octavos de final entre una selección que llegaba como subcampeona del mundo y la otra de Europa.
El argentino ya era una estrella planetaria con cuatro Balones de Oro, que acaparó la atención especial del seleccionador francés, Didier Deschamps, que colocó a Blaise Matuidi como una sombra tras su rastro. Maniatado, solo dejó alguna muestra de su genio, como la falta que permitió a Gabriel Mercado marcar el segundo gol argentino y el pase del tercero a Kun Agüero, cuando ya era demasiado tarde para remontar (4-3).
De aquel partido salió otra estrella, Mbappé, un futbolista que acaba de llegar al PSG tras el segundo traspaso más alto de la historia y que aquel día demostró talla internacional. Sus aceleraciones volvieron loca a la defensa albiceleste y para el recuerdo quedará el rally 50 metros que tiró por tierra a toda la zaga argentina hasta que fue derribado en el área por Marcos Rojo. Luego marcó otros dos goles que colocaron a Francia en los cuartos de final.
Los otros dos duelos corresponden a los octavos de final de la Liga de Campeones del año pasado entre un PSG lanzado y un Barcelona en pleno proceso de reconstrucción. En la ida, en el Camp Nou, Mbappé se coronó como estrella con el que, para muchos, es el mejor partido que ha firmado con su club.
Autor de un triplete que dejó decantada la eliminatoria (1-4), Mbappé dejó algunas jugadas antológicas. Messi ni hizo su mejor partido, adelantó al Barça de penalti a los 27 minutos y firmó algunos gestos de gran clase, pero quedó ocultado tras un Mbappé que humilló a la defensa catalana y firmó el segundo triplete de la historia de un rival en el Camp Nou, tras el de Andrei Shevshenko en 1997.
Tres semanas más tarde, el Barça alimentó la esperanza de remontar en el Parque de los Príncipes, agarrado a su estrella argentina. Toda la defensa tenía un único fin, detener a Mbappé, que les había arrasado en la ida. El francés, mucho más modesto que en el Camp Nou, abrió el marcador de penalti, pero ya no pudo hacer más.
Una vez más, Messi se echó al Barça a la espalda, empató en el 37 con un monumental disparo e hizo que sobre la afición parisiense planeara el fantasma de la remontada azulgrana de 2017.
El dominio total del Barça tuvo su recompensa al filo del descanso, cuando Messi dispuso de un penalti. Pero el portero costarricense Keylor Navas lo detuvo, antes de erigirse en el gran héroe de la noche con un amplio abanico de paradas.