“El confinamiento ha servido para que mucha gente se reconcilie con la lectura”
Hablamos con Marina Sanmartín librera en Cervantes y Compañía
S.Lázaro
En marzo, las calles se vaciaron y las casas se inundaron de libros. Durante meses, fueron una vía de escape hacia otros lugares. Entre cuatro paredes, la libertad se medía en el número de páginas que quedaban por leer.
En 2020, la lectura ha sido un chaleco salvavidas. En los peores momentos del confinamiento, lectores y escritores han estado más unidos que nunca a través de los "directos" en redes sociales. La tecnología ha permitido una comunicación inmediata y cercana, poniendo cara a las autoras y autores.
Sin embargo, la crisis de la covid-19 ha puesto en jaque al sector de la cultura, uno de los más afectados en la pandemia. A pesar de ello, "las librerías nos llevamos la mejor parte”- asegura, Marina Sanmartín, librera en Cervantes y Compañía- “porque el confinamiento ha servido para que mucha gente descubra que le gusta leer o se haya reencontrado con la lectura”, afirma.
Las librerías de barrio frente a los grandes distribuidores
El coronavirus ha acelerado el lanzamiento de Todostuslibros.com, una plataforma online que reúne el catálogo de más de 700 pequeñas librerías para competir con los grandes distribuidores y facilitar la venta de su stock, explica Sanmartín.
Gracias a esta iniciativa, los lectores pueden acceder desde casa al catálogo de las 700 librerías, comprar sus ejemplares online y recibirlos en casa en un plazo de 24 o 48 horas.
Las redes sociales reinventan el negocio clásico
Con el cierre total de los comercios no esenciales, muchas librerías se vieron obligadas a cerrar. Sin embargo, ni siquiera ahí cesaron con sus actividades literarias. Las restricciones avivaron su creatividad y la fuerza para reinventarse; “fuimos descubriendo cosas a base de ensayo y error. No íbamos a permitir que nuestra oferta cultural se parase”, cuenta Sanmartín.
Una de las iniciativas que pusieron en marcha en Cervantes y Compañía fue crear un 'micro-espacio' diario en Instagram Live, una ventana abierta a los lectores que “no duraba más de media hora y conectábamos con todos los sitios del mundo” -explica- “además era efímero. No lo guardábamos porque pensamos, que tenía que tener esa consistencia de lo efímero que tenían las presentaciones físicas que hacíamos antes de la pandemia”.
Pasado el confinamiento, la librería ha puesto en marcha una serie llamada “charlas editoriales”, a través de YouTube.
Durante dos meses, las librerías de Madrid estuvieron cerradas, pero a pocos metros de Cervantes y Compañía, apoyada en la pared de piedra del número 42 de la calle Pez, una estatua a tamaño real de una mujer sostiene un par de libros. Su nombre es Julia y, como las propias librerías, es un símbolo de “resistencia” en mitad de la tormenta.