Hoy en día las mascotas entran en el metro, los grandes almacenes, el hipermercado y permanecen o no junto al dueño sentado en la terraza de un bar o en el comedor de un restaurante.
Esto es ahora normal pero no lo era hasta hace no mucho. Con una excepción: Paco.
Paco fue un 'chucho' que pululaba por los establecimientos de la Puerta del Sol o la Calle de Alcalá. Tan simpático era, según dicen, que fue adoptado por los habituales de estos locales, en especial por un marqués que fue el primero en darle las sobras de su plato.
El perrillo fue ganándose con el tiempo al personal y recogiendo comida y caricias. Se le permitía entrar en cafés, en tertulias y hasta en el teatro, donde Paco se unía con sus ladridos a los abucheos del público si la obra no era del agrado de los espectadores.
Si algo le gustaba a Paco eran las tardes de toros. Se le dejaba entrar en la plaza, ocupaba su asiento en el tendido 9 y entre toro y toro saltaba a la arena a hacer cabriolas para disfrute del respetable.
Pero la tarde del 21 de junio de 1882 un torero enfadado por una mala faena dio una estocada a Paco mientras hacía una de sus breves actuaciones. La gente se lanzó contra el torero que a punto estuvo de ser linchado.
El animal, muy mal herido, acabó muriendo pocos días después. Fue disecado y exhibido en un bar y finalmente enterrado en El Retiro, según cuentan las crónicas de la época.
Se trató entonces de reunir dinero para hacerle una estatua pero finalmente fue en enero de 2023 cuando el can ha tenido su monumento.
Está en la Calle de las Huertas, frente al número 71. Es una obra creada en bronce por el escultor Rodrigo Romero Pérez.