El juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu ha procesado por los atentados del 17 de agosto de 2017 en Cataluña a tres presuntos terroristas, Driss Oukabir, Mohammed Houli Chemlal y Said Ben Iazza, los dos primeros como miembros de la célula yihadista de Ripoll (Girona) y el tercero como colaborador.
El juez achaca a Oukabir, a cuyo nombre se alquiló la furgoneta del atentado de Las Ramblas de Barcelona, y a Houli Chemlal, herido en la explosión del chalé de Alcanar (Tarragona), delitos de integración en organización terrorista (entre 6 y 14 años de prisión), fabricación y depósito de explosivos (de 8 a 15 años) y tentativa de estragos (de 10 a 15 años), en este último caso por los planes de atentar contra monumentos como la Sagrada Familia.
A Ben Iazza, quien facilitó su documentación a los autores de la masacre para comprar los componentes necesarios para fabricar el explosivo conocido como "la madre de Satán", solo le imputa un delito de colaboración con organización terrorista, que contempla penas de entre 5 y 10 años de prisión.
No les procesa por los fallecidos
Andreu no procesa a ninguno de ellos por los 16 fallecidos y 140 heridos en los atentados de Las Ramblas de Barcelona y Cambrils (Tarragona), ya que los autores fueron abatidos por los Mossos, si bien les imputa, en grado de tentativa, los planes de la célula de hacer "uno o varios atentados de grandes dimensiones" en Cataluña en lugares emblemáticos como la Sagrada Familia.
De ello da cuenta también las "numerosas fotografías" que guardaban de los estadios de fútbol Santiago Bernabéu (Madrid) y Camp Nou (Barcelona); del Museo Thyssen, en Madrid; de la Torre Agbar, en Barcelona, e, incluso, de la Torre Eiffel (París).
Además de las 125 búsquedas en Internet que realizaron sobre la Audiencia Nacional, unidas a las 106 sobre la "tomatina", en Buñol (Valencia); las 104 de la Alhambra de Granada; y las 219 sobre el Embalse de Riudecanyes (Tarragona).
El juez relata en su auto cómo los tres procesados constituyeron una célula a partir de 2015 junto con los otros siete presuntos terroristas muertos tras los ataques, en cuya cúspide se situaba Abdelbaki Es Satty, el imán de Ripoll que murió en Alcanar.
Todos eran jóvenes marroquíes residentes en Ripoll que se conocían desde niños y poco a poco fueron conformando un grupo estructurado en el que el imán les adoctrinaba en el yihadismo radical.Se alejaron de su entorno y su día a día comenzó a desarrollarse junto al de sus compañeros hasta tal punto que su vida, sostiene el juez, llegó a tener como objetivo "llevar a cabo atentados contra los considerados como sus enemigos", es decir, contra "el mundo occidental".
Según el auto, tres meses antes de los ataques empezaron a comprar material para fabricar explosivos, llegando a acumular entre 200 y 500 kilos de explosivos, además de 104 bombonas de butano y 19 artefactos caseros.
Lo que buscaban, señala Andreu, era "amplificar el efecto del explosivo, pretendiendo incrementar el volumen de metralla como la posibilidad de crear bolas de fuego generadas por las cargas GLP (en referencia a las bombonas de butano)".
Se hicieron con "tal cantidad de material para la confección de explosivos y de tal potencia destructiva" que, según los informes de los especialistas, "hubiera provocado unos daños de enormes dimensiones" si los hubiesen utilizado para atentar contra monumentos o lugares de gran afluencia, como pretendían.
Pero sus planes se vieron frustrados tras la explosión del chalé en Alcanar, y un día después, el 17 de agosto, Younes Abouyaaqoub arrolló con una furgoneta a "una gran cantidad de transeúntes" que paseaban por Las Ramblas, "centro neurálgico de la ciudad", mientras que otros cinco terroristas hicieron lo mismo en la madrugada del día 18 en el paseo marítimo de Cambrils. Todos resultaron abatidos.