La ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría, ha propuesto a las comunidades autónomas que la nueva EBAU tenga menos exámenes (de cuatro a dos) e incluya una prueba de madurez académica que tenga un peso 75% del total.
Alegría pretende que el cambio de modelo de selectividad se haga de forma "paulatina y gradual" para favorecer la adaptación del alumnado y del profesorado "con las debidas garantías". Para ello, propone que el modelo actual se mantenga tres años en "tránsito" (hasta que entre en vigor el definitivo).
El modelo sería uno específico sobre la modalidad obligatoria elegida, dos de materias comunes (Historia de la Filosofía e Historia de España) y un cuarto ejercicio, de carácter general, en el que se valoren las destrezas asociadas al ámbito lingüístico y evalúe la madurez académica del alumnado.
El ejercicio de madurez constará de un dossier formado por una serie de documentos (textos, imágenes, gráficos...) que girarán todos ellos en torno a un mismo tema. A partir de ahí se pedirá al alumnado que realice un análisis desde diferentes aspectos y perspectivas, respondiendo a diversos tipos de preguntas.
El problema de esta propuesta es que descarta una prueba única para toda España, pero sí apuesta por acuerdos que permitan a los distintos territorios elaborar pruebas que sean homologables entre ellas. La Comunidad de Madrid ha criticado que la propuesta "no avance hacia una prueba única en toda España" y teme que esta iniciativa vaya "en la línea de devaluación de la calidad del sistema".
El consejero de Educación y Universidades, Enrique Ossorio ha destacado que el documento presentado "no ofrece soluciones al sistema de acceso a la universidad que cuenta con distintas evaluaciones y con exámenes diferentes". También ha subrayado que "los estudiantes madrileños compiten con los de otras regiones que tienen unas pruebas más fáciles y unos criterios de evaluación distintos".
Además, Ossorio ha explicado que "contradice a la propia LOMLOE". Asimismo, ha trasladado que lo que plantea Madrid es "llevar a cabo un modelo como el de Francia, Alemania o Italia, es decir, un examen único, externo y evaluable".
El objetivo de esta prueba es valorar la capacidad del alumnado para analizar, valorar, extraer información o interrelacionar toda esa documentación, y permita a los alumnos acceder a la universidad y con las que se replantea la estructura actual de la prueba para adaptarse a la nueva ley educativa.