Presencia de pus, enrojecimiento y grados en el tejido nodular y silicona en los ganglios linfáticos. Es lo que se ha detectado en algunas clínicas británicas en una de cada cuatro de sus pacientes que en su día recibieron un implante PIP. Incluso cuando las prótesis no se han roto se ha divisado una secreción lechosa en el 25 por ciento de los casos. Una de las pacientes que se ha operado para extirparse los implantes asegura que cuando entró en la mesa de operaciones comprobaron los cirujanos como había fugas de silicona por el exterior de la prótesis.
Muchas de estas secuelas podrían haberse evitado. Un informe oficial del Reino Unido dice que desde que se activó la alarma en marzo de 2010 hasta que se ha contactado con las usuarias han pasado más de 20 meses. Se debería haber contactado antes con las afectadas para decirles las opciones que tenían asegura Stephen Dorrell un responsable del servicio británico de Salud.
Los médicos que ahora quitan estas prótesis estan detectando unos problemas que quizá se hubieran evitado hace meses.
Medio millón de mujeres en todo el mundo pueden llevar implantes PIP. Españolas... más de treinta mil.