Osasuna necesitó un milagro de Pablo Ibáñez en la prórroga de las semifinales de la Copa de Rey para pasar a una final 18 años después, pero la celebración, que empezó en la Catedral, terminó en Pamplona a altas horas de una noche que el osasunismo tardará en olvidar.
Sin fútbol, pero con mucho aguante y efectividad, los jugadores dirigidos por el técnico vizcaíno Jagoba Arrasate lograron soltar, en el 116, toda la tensión acumulada de los aficionados rojillos que se desplazaron a San Mamés.
Allí comenzó la fiesta, con los cánticos habituales a los que se sumaron nuevos como “illa illa illa, nos vamos a Sevilla” que es donde se jugará la final de la Copa del Rey o “abi abi abi, nos vamos a Abu Dabi” que es donde se jugará la Supercopa de España a la que Osasuna ya está clasificado por ser finalista de la Copa del Rey.
Y es que la celebración espontánea que se formó en la puerta 21 de San Mamés fue solo el aperitivo de lo que se viviría horas después en Pamplona.
La afición invadió la Plaza del Castillo en cuanto el árbitro decretó el final de la eliminatoria que suponía el pase a la final para los navarros. Fueron muchos los que esperaron a la plantilla, que nada más clasificarse avisó de que iría a la céntrica plaza pamplonesa, pero sobre todo acudieron quienes, cuando Osasuna pasó a la final en 2005, no tenían uso de razón o, seguramente, ni siquiera habían nacido.
Plantilla, cuerpo técnico y directiva cumplieron con su palabra y a las 03:00 de la madrugada llegaron, escoltados por la Policía, a la Plaza del Castillo, donde se desató la locura.
Bengalas, banderas y gargantas ya medio estropeadas esperaban con ganas ese momento, que desde el último ascenso a Primera en 2019 no se repetía.
El entrenador Jagoba Arrasate arrancó con un verso en euskera, continuó el protagonista de la noche, Pablo Ibáñez, que fue ovacionado, y después de los capitanes David y Unai García, fueron cogiendo el micrófono diferentes jugadores.
Un mensaje principal, “gracias”, y varios secundarios, como el de Abde, que dejó claro que “las finales no se juegan, se ganan”. El jugador cedido por el Barça, posible rival de Osasuna en la final, se vio obligado a intervenir tras la presión de la afición, que dejó claro su deseo: “Abde, quédate”.
Sergio Herrera, que mantuvo con vida a los rojillos en momentos delicados de la eliminatoria, se acordó del rival: “¿Dónde está la Gabarra? ¿La Gabarra dónde está?” y añadió que su deseo es seguir jugando en Osasuna, “¿a dónde voy a ir yo si no es aquí con vosotros?”.
La plantilla se despidió hacia las 03:30 horas de la afición con el cántico ya de moda en Navarra, “illa illa illa nos vamos a Sevilla”, pero la fiesta continuó en la capital donde hoy a más de un aficionado le costará cumplir con sus deberes. Y es que Osasuna es finalista de la Copa del Rey 18 años después y en Pamplona poco preocupa el rival o el resultado del partido que se jugará en la Cartuja el 6 de mayo, porque haber eliminado a Betis, Sevilla y Athletic hace sentir campeones a muchos rojillos.