El Atlético de Madrid irrumpió con toda la ambición, la voracidad y la insistencia del mundo en el liderato de la Liga, realzado por la épica de una remontada de dos goles en contra frente al Eibar (3-2), que culminó en el minuto 90 Thomas Partey para completar la rebelión iniciada por Joao Félix y Vitolo.
Como tantos partidos así, de tanta emoción, el equipo rojiblanco acabó en su área, defendiendo una victoria cuyo valor es incalculable, porque tenía el partido perdido en el minuto 18, con dos goles en contra, y porque se sobrepuso con la potencia, la intensidad y la fe de un bloque que se siente aspirante al título.
El Atlético tiene algo que no tenía antes. Ni Antoine Griezmann garantizaba tanto en el último lustro lo que sí, por lo menos hasta ahora, expone Joao Félix: una condición decisiva sea cual sea el panorama a su alrededor, juegue como juegue su equipo, esté enfrente al rival que sea o incluso haya contactado con el balón poco o nada.
Vitolo, otra vez suplente para Simeone. Y otra vez determinante para el Atlético. Al descanso, recurrió a él. En siete minutos, firmó el gol, con la definición que también incluyen sus numerosas cualidades. Con el exterior culminó la vertiginosa carrera de Lodi, otro hombre más que interesante.
Ya entonces desaparecido y superado el Eibar, aún quedaba pendiente el triunfo. Insistió el Atlético hasta que encontró lo que parecía entonces casi imposible, el 3-2 marcado por Thomas, que culminó dentro del área una pared con Koke; el triunfo por el que tanto y tanto había peleado desde el 0-2.
La respuesta del central, en el once porque unas molestias apartaron del mismo a Savic, que habría sido el titular sí o sí, a un pase atrás, quizá algo apurado por la presencia cercana de un rival, de Saúl, fue un despeje; alejar cuanto más posible la pelota, pero al otro lado estaba Anaitz Arbilla que dio sentido al balón.
Porque su control fue para quedarse la posesión y su siguiente toque fue para dar profundidad; un envío en largo al desguarnecido flanco izquierdo, entre lo que Renan Lodi reubicaba su posición. Pedro León la recogió y vio la incursión de Orellana, que cambió de ritmo, desbordó y le regaló el 0-1 a la cabeza de Charles. Minuto 7.
Un desajuste defensivo en cadena supuso el primer gol del Eibar y un mal despeje, de Mario Hermoso, originó el 0-2, en el minuto 19. Cierto es que el Eibar tuvo hasta tres opciones para centrar al área en la misma acción, hasta que encontró el citado fallo que, eso sí, Arbilla lo transformó en mucho más con un zurdazo al borde del área que tuvo algo de carambola. Tocó en Llorente, Giménez... Y fue gol.
Sin intuirlo, incluso sin ni siquiera quizá merecer tal castigo, pero sí evidentemente vulnerable atrás como pocas veces se recuerda al Atlético de Simeone, el 0-2 era ya una realidad en contra para el conjunto rojiblanco, que entre uno y otro gol había dominado y con alguna ocasión incluida, como la que envío altísima Diego Costa en uno de esos remates, servido por Lodi, que parecen gol o gol.
La mejor noticia para el equipo madrileño, también la peor para el Eibar, fue que aún quedaba un mundo para el final del encuentro. Y que tiene en sus filas a Joao Félix, a Diego Costa, a Vitolo, a Renan Lodi y una cantidad de recursos capaces de sobreponerse a la situación más compleja. Lo logró. De premio, el liderato de la Liga.