Aunque los síntomas alérgicos no se heredan por vía genética, sí existe una cierta predisposición a sufrir alergias que finalmente acaban por manifestarse si las condiciones medioambientales favorecen las reacciones adversas de nuestro organismo identificando sustancias inofensivas, como los pólenes, como agentes agresivos frente a los que reacciona el organismo causando los síntomas propios de la alergia.
Para el doctor Tomás Chivato, alergólogo, decano de la facultad de Medicina de la universidad CEU San Pablo y vicepresidente de Ciencia de la Academia Europea de Alergia “esos síntomas son: estornudos, secreción nasal, congestión nasal y picor. Casi todos estos síntomas pueden ir asociados o no a ojos rojos y lagrimeo”. Aunque en ocasiones esta sintomatología coincide con procesos catarrales o incluso con COVID-19, el doctor Chivato considera que la diferencia frente a estas otras enfermedades es muy sencilla. “No hay fiebre, ni pérdida de olfato y gusto, ni empeora al aire libre y mejora en interiores, por ejemplo.
Por otra parte conviene tener presente que en las alergias al polen en grandes ciudades la contaminación hace que ese polen sea más agresivo y cause más inflamación a diferencia del polen del campo que está limpio y causa menos enfermedad”.