Los romanos comían violetas. Algunas culturas mexicanas, flor de calabaza. Y los indios incluían en sus postres pétalos de rosas. Aunque parezca que esto de incluir flores comestibles es algo moderno, viene de muy lejos en la historia. Y como todo vuelve, las flores comestibles están cada vez más presentes en nuestra gastronomía.
A pocos kilómetros de Madrid capital, en Brunete, hay una importante plantación de flores comestibles que cuenta con importantes clientes: los mejores restaurantes de la Comunidad de Madrid, además de cocineros de renombre.
Hasta hace unos pocos años, las flores solo se utilizaban en cocina como elemento decorativo. Pero, en los últimos años, ha pasado a convertirse en un complemento que también aporta sabor al plato.