La única que se queda a su lado es su hija Begoña. Su esposa, Teresa Rivero y el resto de sus vástagos le dan la espalda.
En ese momento, enfermo y con 84 años, Ruiz-Mateos ingresa en silla de ruedas en la prisión de Soto del Real pero tan solo veinticuatro horas después, sale del centro penitenciario en ambulancia.
Dos meses después, el empresario se rompe la cadera paseando por el Puerto de Santa María y, tras ser intervenido, contrae una neumonía que le hace empeorar.