Cipriano Guillén, 'Cipri', está al frente de la Vinícola de Arganda. Una de las principales empresas de la Denominación de Origen Vinos de Madrid. Pero dice no poder resistir mucho más.
A la DANA y las pérdidas ocasionadas en 2019 se suman la Covid y la pérdida comercial, Filomena y el arrase de la cosecha y ahora un IBI que ha pasado de un recibo de 15.000 euros a más de 34.000 en su caso. Algunas empresas argandeñas ya se han planteado abandonar la localidad.
Cipri apunta a esta presión tributaria local y a lo que ya venía sucediendo desde tiempo antes de la guerra en Ucrania con los precios de las materias primas y lo que luego se paga en los comercios.
"La guerra en Ucrania empieza en febrero y en septiembre ya estaba disparados los precios, no todo se puede achacar a la guerra", afirma.
Se sorprende de la desproporción de subida de los precios del aceite y el vino en la venta al consumidor, mucho mayor que la que él soporta en los costes que también ha tenido que asumir pero alejados de lo que llega a pagarse por un lito de aceite.
"Se nos hace muy cuesta arriba", se lamenta, mientras desgrana todos los pagos, inversiones y mejoras que han tenido que realizar sin apenas ayudas.
Para él y la gente de la vinícola se trata de "mantener el negocio, los trabajos, el legado y en el entorno".