Una publicación de 'Time Out' ha colocado al distrito de Chamberí entre los 49 mejores barrios del planeta tras preguntar a más de 27.000 personas de todo el mundo. Este mismo reconocimiento lo tuvo el barrio de Lavapiés por la misma revista en el año 2018.
En su listado de 2021 se ha colocado en el puesto número 31, destacado por ser un lugar que "siempre ha sido conocido por su escena gastronómica", y también por ser un barrio "hogareño pero céntrico, atravesado por amplias avenidas y callejuelas con encanto".
Añaden que en la zona además también se puede encontrar "un sinfín de museos, salas de conciertos y excelentes instalaciones deportivas". El distrito forma parta de la llamada almendra central de la ciudad de Madrid.
Cabe destacar que no es la única ciudad española con representación en el ranking. En el número 24 podemos encontrar el barrio Gracia, ubicado en la ciudad de Barcelona. El número uno en este listado es un barrio de Copenhague, seguido por Andersonville, en Chicago.
Es cierto que Chamberí es una de las zonas más demandadas en nuestra capital porque es muy céntrico y variado. Además, es la más cercana al Paseo de la Castellana y cuenta con edificios clásicos muy representativos.
En el distrito podemos encontrar una multitud de centros deportivos, teatros, cines y un gran parque con una plaza ajardinada con muchas terrazas, un lugar muy habitual de reunión y tapeo. Además, existe pequeño comercio en todas las calles.
Podemos encontrarnos con dos centros culturales: El Centro Cultural Galileo, que ofrece diversos cursos y actividades, cuenta con un teatro y dos salas de exposiciones, y el Centro Conde Duque, que cuenta con varias salas de exposiciones, un auditorio y un teatro donde se celebran regularmente diferentes espectáculos. Este último también es sede del Archivo de la Villa, la Biblioteca Histórica, la Hemeroteca Municipal y la Biblioteca Digital Memoria de Madrid.
Chamberí también tiene varios museos y galerías de arte, del que podemos destacar el Museo Sorolla, construido en 1911 bajo la dirección del arquitecto Enrique María Repullés, que materializó los deseos del pintor de crear un espacio que fusionase el área de trabajo y su vivienda y que además contase con un espacio de jardín.