Las zonas azules, identificadas como los lugares con mayor esperanza de vida del planeta, guardan secretos que no están únicamente en la genética, sino en su estilo de vida saludable y, especialmente, en su alimentación. Según la nutricionista Marta Guzmán, estos paraísos de longevidad —Okinawa (Japón), Nicoya (Costa Rica), Ikaria (Grecia), Cerdeña (Italia) y Loma Linda (California, EE. UU.)— han inspirado lo que se conoce como la dieta de la inmortalidad, una forma de alimentación basada en productos naturales y sin procesar.
¿Qué comen los habitantes de las zonas azules?
El patrón alimenticio de estas regiones se basa principalmente en alimentos vegetales. Según Guzmán, “casi un 90 a un 100% de la dieta de estas zonas es vegetal”. La base de su alimentación incluye frutas y verduras de temporada, legumbres, frutos secos, semillas y grasas saludables, como el aceite de oliva. En cuanto al consumo de productos animales, es mínimo: carne solo una vez cada cinco días, pescados pequeños, pocos huevos y poca leche. Además, los hidratos de carbono complejos tienen un papel central en su dieta, siendo alimentos naturales y no refinados.
Otro aspecto clave es la ausencia de azúcar añadido y productos ultraprocesados, algo común en estas zonas. Según los estudios, el 95% de las calorías provienen de alimentos vegetales, mientras que solo el 5% corresponde a productos animales. Este equilibrio no solo contribuye a una vida más larga, sino también a una calidad de vida más alta.
Más allá de la comida: el impacto del estilo de vida
Aunque la dieta es crucial, Marta Guzmán enfatiza que otros factores juegan un papel importante en la longevidad. En las zonas azules, el ejercicio físico no está ligado al gimnasio, sino que forma parte de la vida cotidiana a través de caminatas, trabajos manuales o el cultivo de sus propios alimentos. Además, el sentido de comunidad y las relaciones sociales fuertes son aspectos fundamentales que ayudan a reducir el estrés y fomentar el bienestar emocional.