Estrella Aranda, pasará a la historia como la primer “conductor”, porque así lo denominaban, del Metro de Madrid. Motivo por el cual el Ayuntamiento de Madrid podrá su nombre a una zona verde, en el barrio de Retiro, que históricamente pertenece al patrimonio del Metro. Eso, tal y como nos ha contado Estrella, se debe a la reivindicación que han luchado sus compañeras y compañeros de Metro, por lo que, aunque lleve su nombre, debe tomarse como homenaje al trabajo de todas las mujeres en la compañía.
Estrella se convirtió en “conductor” de metro, allá por el año 1983, después de una auténtica batalla. Ella, licenciada en medicina y ante el gran paro que existía entonces en su profesión y acuciada por la situación económica, decidió presentarse a la plaza de subalterno- jefe de tren. Pero su solicitud fue rechazada porque no cumplía uno de los requisitos: haber realizado el servicio militar. Algo que ocurría en el caso de otros compañeros hombres que no habían hecho la mili por ser excedentes de cupo o por estar exentos y, sin embargo, su solicitud si era admitida.
Estrella apoyada por la parte social de la empresa, recurrieron alegando la única ley de igualdad que existía entonces, la Constitución Española y finalmente, fue admitida, porque si cumplía con los otros dos requisitos: medir 1,60 centímetros y no sufrir ningún desperfecto en la vista. Y finalmente tanto ella como otras pocas mujeres, pudieron presentarse al examen, el último día, en la Escuela de Ingeniero de Caminos. Aprobó, supero las pruebas médicas e ingreso en el curso de formación, donde era la única y, además, sus compañeros la veían como un bicho raro. Entre otras cosas porque los había, según sus palabras” muy hombres, hombres … muy paternalistas, algunos políticamente correctos y los menos, que la apoyaban”.
Nada cambió cuando se incorporó a trabajar, los viajeros, hombre y mujeres, seguían mirándola como un bicho raro, aunque para su satisfacción “cuando abandonaban el tren me decían … muy bien, así tiene que ser”.
Una experiencia similar está viviendo Raquel Miralles, maquinista del metro. Nos ha comentado que, aunque en menor escala, siguen causando, cuanto menos, extrañeza. De hecho, los viajeros siguen dándoles la enhorabuena cuando abandonan el tren. Y es que han pasado muchos años y se ha avanzado mucho pero no lo suficiente, de hecho, Raquel entró en Metro en una promoción de 60 personas y tan solo 4 eran mujeres.
En cuanto a derechos, si ha reconocido Raquel, que a sus compañeros y compañeras con hijos se les da ciertas facilidades en los horarios, como a aquellos que quieren estudiar. Cosa muy distinta a lo que ocurría en la época de Estrella, donde la promoción interna para las mujeres tampoco resultaba fácil porque debían dedicarle, casi 12 horas a los cursos, lo que resultaba casi imposible de realizar a las que tenían tareas de hogar.
Por último, Estrella ha resaltado que realmente ella no ha sido la primera “conductor” porque durante la guerra civil fueron las mujeres las encargadas de conducirlo.
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