La primavera muestra en el mes de mayo todo su abanico de colores y aromas embriagadores. Las plantas y los árboles florecen y los campos nos dejan estampas realmente hermosas.
Un buen ejemplo lo tenemos en los campos de la planta de colza, de donde se saca, precisamente, el aceite de colza (que tan poca demanda tiene en nuestro país y tanta en países como Francia o Portugal). Los campos de esta planta se llenan en primavera de flores amarillas, ofreciendo un paisaje de ensueño.
Aunque la flor más característica de la sierra de la zona noroeste de la Comunidad de Madrid es la jara pringosa. Se llama así por la sustancia que segrega y que hace que al tacto parezca un tanto viscosa. Es una flor con una curiosidad única y está relacionada con el juego.
Lo cierto es que este año hemos comprado más plantas con flor. Las razones de este aumento de ventas en los viveros son sobre todo dos: el confinamiento del 2020, que ha hecho que busquemos incorporar la Naturaleza en nuestro hogar, y la tormenta de nieve y frío de Filomena, que destrozó a su paso infinidad de plantas.
Pero, ¿qué sería de las plantas y de la primavera sin abejas? Ellas son, en definitiva, las artífices de que nuestros campos se llenen de color cada año. Los apicultores aseguran que sin estos pequeños insectos, nuestra existencia estaría comprometida…
Y aunque la lavanda florece algo más tarde, en julio, es una de las flores más versátiles que hay. De su flor se hace de todo: desde aromas, colonias o jabones, hasta miel y ahora, gel hidroalcohólico.
Y terminamos dando un paseo por la sierra… ¡en burro! Casimiro organiza rutas por Robledondo con estos animales y ofrece una clase magistral con cientos de anécdotas relacionadas con las plantas.