Cada año, la Policía Nacional libera a medio millar de víctimas de explotación laboral en nuestro país. Un delito mucho menos conocido que la explotación sexual, pero que está en aumento. Jornadas interminables, sin contrato, en alojamientos sin condiciones dignas. Cuando las Fuerzas de Seguridad les sacan de ese infierno, intentan recuperar su vida.
Es el caso de Mamadú que tiene 28 años y llegó a Europa en patera hace tres buscando una vida mejor. Acabó en la recogida de la uva en Burgos con jornadas de 5 de la mañana a las 9 de la noche. Vivía en un alojamiento pequeño con nueve compañeros.
Inmigrantes victimas de trata
Al mes le pagaban 100 euros. Le prometieron el sueldo al final de la campaña, dinero que nunca cobró. También tenía que pagar 5 euros diarios para el combustible. La Guardia Civil le liberó y ahora, después de lo vivido intenta encontrar un trabajo digno.
Esta es la realidad de los inmigrantes, víctimas de trata. La Policía Nacional está observando un aumento de este tipo de redes. Y no solo en la agricultura, también en el servicio doméstico. Los agentes están detectando víctimas procedentes de Nicaragua, Honduras y Albania.