Según Tedros Gebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud, el próximo año "tiene que ser el año del fin de la pandemia". Una frase del abre un horizonte de esperanza para todos los países.
Pero, por ahora, la Navidad llega al mundo entero con ómicron disparada y medidas restrictivas muy duras en los países más afectados por los contagios
Largas colas de coches esperando para realizarse una prueba y comprobar si se tiene o no coronavirus. Es la imagen captada desde un helicóptero en Milwaukee, Estados Unidos. Son similares a las que también vemos en Australia y, a pie, en Washington DC. Muchos cruzan los dedos para no dar positivo y no perderse la cena con la familia.
El asesor del gobierno estadounidense, Anthony Fauci recomienda no asistir a fiestas en las que se junten muchas personas. Estados Unidos ha autorizado la píldora antiviral contra el coronavirus de Pfizer. Se podrá tomar en casa y combatirá los efectos más adversos del virus.
Mientras, en Europa, Grecia ha anunciado que anula las celebraciones públicas y establece la mascarilla obligatoria en exteriores. En Bulgaria, el país de la Unión Europea con menos vacunados, un 27 por ciento, han decidido pagar 37 euros a los jubilados que se vacunen.
En Xian, China, las calles permanecen vacías. Trece millones de personas están confinadas. En las dos últimas semanas, un brote ha dejado una cifra que no supera los 200 contagios. Un número muy pequeño en comparación con el de otros países. Sólo están autorizados a salir de casa un miembro de la familia para comprar cada dos días.