En el colegio rural de Valdemanco, un pueblo de la Comunidad de Madrid, han puesto en marcha un proyecto muy innovador. Reunir en el mismo aula a niños, mayores y profesores en torno al ganchillo.
Una actividad que fomenta la comprensión en los más pequeños y mejora las relaciones inter-generacionales.
"Me enseño mi madre y lo primero que hice fue una puntilla para una sábana", asegura Maribel de 83 años, que con 10 empezó a hacer ganchillo. Abuelas, niños y profesores comparten conocimientos sobre lanas y puntos.
El tiempo entre ganchillos fomenta la concentración, relaja y conserva una forma de tejer con más de cinco siglos de antigüedad.