La marcha de Iglesias supone un hecho relevante en la política española. Surgió del movimiento 15M, se consolidó como alternativa en Podemos, y en el último año y medio ha formado parte del Gobierno de Pedro Sánchez como vicepresidente. Iglesias ha defendido una forma particular de hacer política que, con defensores y detractores, no ha dejado indiferente.
La corta historia de Podemos no se entiende sin su líder Pablo Iglesias. Él era el único quedaba de los cinco fundadores de la formación que nació ligada al movimiento 15M. Él ha sido el cabeza de lista en las cuatro elecciones generales a las que se presentó. Las primeras en 2015 con su grito de batalla ‘Si se puede’.
Disputas internas y escisiones
Podemos llegó al Congreso. Pero, desde entonces, las diputas internas, en medio de acusaciones de autoritarismo, sobre todo con quien fuera su número dos, Iñigo Errejón, le han pasado factura y acaban con su sueño de asaltar el cielo y sorpasar al PSOE.
Aun así, en enero de 2020, con sus peores resultados en las urnas, y tras muchas disputas, vetos incluidos, consigue lo que tanto ansiaba: el gobierno de coalición. Se convierte en vicepresidente de Pedro Sánchez. El entendimiento no es fácil. Los choques se producen un día sí y otro también.
Deja la Vicepresidencia
Por sorpresa, con apenas 14 meses en el Ejecutivo, renuncia a su cargo. Isabel Díaz Ayuso ha convocado elecciones y él decide que se presenta. Su apuesta era arriesgada y no ha salido como él pensaba.
En este tiempo ha sido padre de tres hijos. Ha pasado de vivir en Vallecas a compartir chalé en Galapagar con su pareja la ministra Montero. Algo que le generó muchas críticas dentro y fuera de Podemos. Ahora dice adiós a la formación a que la deja cuando la Justicia está investigando su financiación en el conocido ‘caso Neurona’.