La tensión en la frontera de Grecia con Turquía se ha cobrado las primeras víctimas mortales. La de un joven migrante sirio que, según fuentes turcas, fue alcanzado por la policía griega en su intento de contener a los miles de migrantes que tratan de cruzar la frontera. La otra víctima es un niño que se habría ahogado al volcar la barca en la que intentaba llegar a la isla griega de Lesbos. Los propios tripulantes volcaron la balsa. Es una práctica habitual para forzar que les rescaten.
Turquía decidió abrir sus fronteras hace cuatro días y, desde entonces, la avalancha de inmigrantes por mar y por tierra es incesante.
Según Naciones Unidas alrededor de 13.000 migrantes esperan para cruzar la frontera.
Una de las barcas con migrantes que esta mañana llegaba al puerto de Lesbos no ha sido bien recibida por algunos de los residentes. Entre insultos han animado a la embarcación a darse media vuelta. “Marchaos ahora mismo” les gritaban algunos vecinos.
La desesperación de los migrantes y refugiados –en su mayoría sirios, afganos e iraquíes- les hace jugársela en cada intento de huida. Muchos de ellos prueban suerte en diferentes tramos del río Evros. Tratan de cruzarlo desafiando a las fuertes corrientes. Con sus pertenencias a cuestas y ayudados con palos tratan de no ser arrastrados por el agua. Otros optan por hacerlo en otro punto del el río donde las mafias les cruzan de un lado a otro, en lanchas, por cincuenta euros.
En el lado turco del río esperan acampados miles de migrantes.
El portavoz del gobierno griego ha responsabilizado a Turquía de esta nueva crisis migratoria y ha puesto en marcha un plan de contención.
Grecia reforzará la vigilancia de todas sus fronteras, devolverá a sus países de origen a todos aquellos que lleguen irregularmente al país y ha suspendido desde hoy mismo y, al menos, hasta dentro de un mes, todas las solicitudes de asilo.