El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, participa este viernes en la sesión del Consejo Europeo determinado a que su última propuesta para intentar rebajar la factura eléctrica sea aprobada por los Veintisiete, y considera que la llave que puede facilitar el consenso es el aval de Alemania.
Las reformas en el mercado energético son el principal asunto de la segunda y última sesión de la cumbre de la Unión Europea, que Sánchez no quiere abandonar sin haber conseguido un acuerdo que permita a España y Portugal actuar por su cuenta sin perjudicar al resto de estados miembros.
Ese es el planteamiento con el jefe del Ejecutivo español acudió a esta reunión después de constatar en su gira por varios países europeos previa a la cumbre que su plan inicial, más ambicioso, no podría aplicarse al menos de inmediato ya que se necesita más tiempo.
Por tanto, tal y como dijo Sánchez el jueves al inicio del Consejo, su intención es que los socios europeos permitan que haya instrumentos específicos para la Península Ibérica por su particularidad de "isla energética".
Sin embargo, esa petición choca con las reticencias de varios países y, entre ellos, Alemania. Fuentes del Gobierno de Olaf Scholz afirman ser conscientes de los problemas específicos de España y Portugal, pero temen que un acuerdo que les permita actuar a ambos en el mercado energético perjudique a otros países.
La propuesta de Sánchez consiste en que la UE permita a España y Portugal, de forma temporal, poner un precio máximo para las centrales de ciclo combinado, que transforman la energía térmica del gas natural en electricidad.
Más allá del debate general en el seno del Consejo, el Gobierno español está manteniendo contactos con el alemán para hacerle ver que permitir una actuación específica a la Península Ibérica no daña al resto de socios.
El aval de Alemania interpretan que ayudaría a eliminar las dudas que mantienen también otros países, entre ellos Holanda.
La intención de Sánchez es que las conclusiones de la cumbre recojan explícitamente la posibilidad de actuar mediante un procedimiento de urgencia que podría estar aprobado en breve.
El presidente del Gobierno asiste a la reunión de Bruselas que ya ha abanadonado el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que prometió este viernes a la Unión Europea que trabajará para aumentar las exportaciones de gas natural licuado (GNL) de su país y de otros "socios internacionales" a corto y medio plazo para ayudar al bloque comunitario a huir del carburante ruso.
El líder estadounidense y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, escenificaron en una comparecencia sin preguntas y un comunicado conjunto la unidad de ambas partes para garantizar el suministro energético del club como respuesta a la guerra en Ucrania iniciada por Rusia.
Biden, que visitó la capital europea durante dos días para participar en las cumbres de la OTAN, el G7 y la UE, acusó al presidente de Rusia, Vladímir Putin, de utilizar la política energética para "manipular a sus vecinos" y "usar los beneficios para financiar su maquinaria de guerra".
Así, el presidente de Estados Unidos celebró el compromiso de la Unión Europea para "reducir rápidamente su dependencia" de los hidrocarburos rusos a pesar de que esto tendrá un "coste" para el club comunitario, al tiempo que aseguró que Washington trabajará con sus "socios internacionales" para garantizar "al menos" 15 bcm (miles de millones de metros cúbicos) adicionales de GNL" para Europa en 2022.
EE.UU. y la UE "van a trabajar para reducir su dependencia del gas, y punto", y desplegar más plantas de generación renovable e invertir en nuevas tecnologías como el hidrógeno verde, dijo el estadounidense.
"Esta guerra será un fracaso estratégico para Putin", subrayó, por su parte, la jefa del Ejecutivo comunitario, quien destacó que Bruselas desea "diversificar" su suministro de gas a través de proveedores mundiales que son "amigos y fiables".