Los letrados de Oriol Junqueras, Raül Romeva y Joaquim Forn han reconocido que los acusados cometieron un delito de desobediencia, que no comporta pena de prisión, pero han considerado "absurda" la rebelión cuando en Cataluña solo se dieron "tres casos de violencia", la cual se ha "banalizado" por completo.
El juicio del "procés" se ha adentrado este martes en los informes finales de las defensas, comenzando por Andreu Van den Eynde y Xavier Melero, quienes, con estrategias divergentes, han concluido que en Cataluña no hubo la violencia que exige la rebelión ni el alzamiento tumultuario que requiere la sedición, como tampoco se consumó independencia alguna.
Lo que ocurrió, según el letrado de Junqueras y Romeva, fue "una desobediencia de manual" y el problema es que "se confunde la desatención a la Ley con la rebelión" porque "la desobediencia no les basta a las acusaciones". "Si la desobediencia puede derivarse de participar en un Gobierno en el que se dice que si hace falta se desobedecerán las resoluciones del Tribunal Constitucional, contra eso no puedo hacer nada", ha dicho el abogado de Forn, que cede "con gusto" la trinchera de la desobediencia, una línea estratégica compartida por las defensas, conscientes de que este delito no conlleva cárcel.
De esta forma, ambos han reprochado al fiscal Javier Zaragoza su mención al "proces" como "golpe de Estado", una afirmación que "contamina" y es "una banalidad" porque la fundamenta en conceptos de "violencia normativa" o "violencia potencial" sin portar armas ni entrar en combate insuficiente para la rebelión. Con dureza, el letrado de Forn ha añadido que "lo que no se puede hacer es trivializar el concepto de violencia asociado a estos delitos porque es una falta de respeto a los muertos de todos los conflictos militares de la historia del país".
Han descartado que la rebelión y la sedición y, de hecho, Van den Eynde ha reivindicado el "desacuerdo monumental" entre la Fiscalía y la Abogacía para calificar los hechos, lo que demuestra que "no todo está tan claro".
Ha dicho que "la única violencia de la que se habla es la que se cuenta con los dedos de la mano", con "tres casos de actuaciones reactivas a una situación tensional concreta de un colegio determinado, efectuado por una persona aislada".
Una violencia practicada por "grupúsculos" porque lo que sucedió el 1-O fue "una desobediencia de toda la vida", de manera que a su entender lo que alegan las acusaciones no es más que una "falacia", basada en "coger dos imágenes y montar una categoría" poniendo como ejemplo los vehículos de la Guardia Civil el 20-S: "Tenemos dos coches rotos y ellos hablan del apocalipsis". "Indignación, la que quieran. Violencia, cero", ha enfatizado tras asegurar que los ciudadanos no salieron a la calle a "derrocar" al Estado: "La gente salió un día a protestar y otro a votar".
"No existía concierto entre el Govern y los Mossos"
Melero, por su parte, se ha inclinado por desmantelar la pata de los Mossos en la supuesta rebelión como cuerpo armado al servicio del Govern hasta el punto de manifestar que "no existía el menor concierto entre el Govern y los Mossos", acusados por la Fiscalía de contribuir al 1-O.
Ha ironizado sobre la dualidad de los Mossos para la Fiscalía, siendo a veces prueba de cargo contra el Govern y otras partícipes de la rebelión, "un delito que pone en jaque al Estado" y que no tiene cabida para Melero. No solo porque no se produjo la violencia que el tipo penal implica, sino porque no hubo declaración de independencia ya que "el Gobierno de la Generalitat no tenía capacidad para imponer por la fuerza ningún marco normativo" y ese supuesto alzamiento no fue tal cuando el Ejecutivo central solo contempló como solución al conflicto el artículo 155, que fue acatado por la Generalitat.
En sus informes, aparte de la negativa de la rebelión, Van den Eynde ha sido fiel a su tono más político, centrado en atacar el origen del procedimiento y la vulneración de derechos fundamentales al reprochar a las acusaciones que apliquen el Código Penal a la "disidencia política" y persigan una "ideología".
Nada de eso ha comentado sin embargo Melero, más técnico, que ha dejado claro que esto "no es política" y que no se juzgan ni a los votantes, ni a los agentes del 1-O, a quienes ha defendido por encima de sus mandos y del poder político, que intentó "organizar una apariencia de coordinación" con los Mossos con "el objetivo político de que no pareciera un referéndum homologable" y no para cumplir las órdenes judiciales.
Ninguno ha rozado apenas la malversación, confiando en que sus compañeros le dediquen más esfuerzos. "Me voy a saltar lo que viene de malversación", ha dicho Van den Eynde, que ha criticado la falta de pruebas y ha negado que los gastos imputados a sus clientes fuesen a parar al 1-O; mientras Melero ha recordado que los gastos del departamento de Forn fueron aprobados por el Gobierno.
Como cierre de sus alegatos, Van den Eynde ha resaltado la oportunidad del tribunal de "devolver la pelota a la política" -"Estamos ahí, con la mano tendida para solucionar este conflicto"-, mientras Melero ha alabado a los funcionarios del juicio y a los policías, y se ha remitido a la película "Amanece que no es poco", de José Luis Cuerda, para confiar en que sea posible reconstruir una España "en la que solamente nos discutamos por William Faulkner".